Una de las características de los tiempos modernos es la
producción de tecnología y su innovación constante. Los frecuentes avances
tecnológicos, hacen que los equipos electrónicos más usados queden rápidamente
obsoletos, por lo que deben ser reemplazados, convirtiéndose en basura los
modelos desactualizados.
Millones de aparatos tecnológicos son descartados
anualmente. Equipos como computadoras, teléfonos celulares, televisores y una
gran variedad de electrodomésticos, que albergan en su
interior una serie de materiales altamente tóxicos y contaminantes, no tienen
una adecuada disposición final y la mayoría de las veces van a parar a lugares donde
se deterioran y liberan las sustancias peligrosas que contienen.
Entre las sustancias peligrosas presentes en la basura electrónica
destacan los metales pesados: mercurio,
plomo, cadmio, plomo, cromo, níquel, arsénico y antimonio.
Los metales pesados causan daños
irreversibles a la salud humana y al medio ambiente. Son causantes de
enfermedades degenerativas del sistema nervioso, que a su vez causan parálisis
hasta la muerte. Los metales pesados no se degradan, sino, por el contrario, se
bioacumulan tanto en el ambiente como en el organismo humano, donde su
presencia se transmite a la descendencia, causando malformaciones y
enfermedades congénitas.
Los materiales y sustancias peligrosas tienen la particularidad de
que una mínima cantidad es capaz de contaminar grandes superficies. Por
ejemplo, una batería de níquel-cadmio, empleada en teléfonos celulares puede
contaminar 50.000 litros de agua y un televisor puede contaminar 80.000 litros
de agua.
Sin embargo, la basura electrónica puede constituir un verdadero
tesoro si se buscan las maneras de aprovechar y reutilizar la gran variedad de materiales y plásticos
de los que está hecha. Una gran cantidad de compuestos, conforman
los equipos desechados y muchos de ellos son perfectamente recuperables, aunque
existen limitaciones de mercado para ellos.
Los desechos electrónicos contienen además metales preciosos como
oro, plata, cobre, platino, y paladio, pero también hierro y aluminio, todo lo
cual puede reciclarse. Al punto que puede considerarse que la chatarra electrónica
constituye una mina de elementos valiosos. Algunos estimados reflejan que
pueden obtenerse hasta 55.000 millones de euros al año de estos materiales. De dárseles
un destino adecuado, en vez de resultar perjudiciales, podrían ser una fuente
de ingresos a la nación que los genera.
Apenas el 20% de residuos
electrónicos son reciclados, pero la generación es vertiginosa y va en aumento.
La ONU estima que podríamos alcanzar los 120 millones de toneladas de chatarra electrónica para el 2050, por lo
que ya se considera un problema ambiental.
Los elementos tóxicos contenidos en
la basura electrónica contaminan ríos, lagos y mares, y emiten gases a la
atmosfera que provocan desequilibrios
ambientales y afectan la salud. Se hace indispensable reducir, reciclar y reutilizar los desechos electrónicos.
Entre las medidas que se pueden
adoptar para reducir la generación de basura electrónica está promover un
consumo responsable, alargar la vida útil de los equipos y frenar el aumento de
la generación de residuos.
La aplicación
de las tres R aparece como la mejor alternativa para el manejo de todo tipo de
desechos, ya sea urbanos residenciales, industriales y electrónicos.
Reducir el consumo
Los
usuarios deben ser más responsables y no cambiar tan rápidamente de equipos cuando
aparezca una nueva tecnología o un nuevo modelo. No dejarse llevar por las
promociones y campañas de mercadeo o marketing, que fomentan el aumento del consumo
y en consecuencia el aumento de basura electrónica.
Reutilizar
Evitar
descartar los viejos equipos que todavía funcionan, regalarlos a personas que
puedan necesitarlos, en lugar de tirarlos a la basura. También pueden venderse
o donarse.
Reciclar
Si el
equipo ya no funciona y no puede ser utilizado por otra persona, se debe optar
por el reciclaje. Los gobiernos deben fomentar la instalación de compañías que
compren o reciban los equipos desactualizados para aprovechar sus componentes
en la fabricación de otros productos.
Se
estima que sale 13 veces más caro extraer minerales de yacimientos naturales,
que recuperarlos a partir de desechos tecnológicos para fabricar nuevos
dispositivos.
La
explotación minera de platino, cobre, paladio y otros elementos, requiere
excavar y afectar la tierra e instalar plantas de procesamiento de minerales,
que emplean grandes cantidades de agua y energía. Si se aprovechan los
materiales reciclados, no habría necesidad de afectar nuevas áreas y
ecosistemas vírgenes.
Es
importante tener claro que el reciclaje debe estar a cargo de empresas
especializadas, capaces de cumplir con las normas internacionales para el
manejo de sustancias y materiales peligrosos. Se sabe de las malas prácticas en
el manejo de los residuos electrónicos que se dan con frecuencia en países
subdesarrollados, que, paradójicamente son los países que más cantidad de
basura electrónica reciben, aunque no la generan tanto, como por ejemplo países
del sureste asiático y África subsahariana, donde los habitantes se rebuscan para
subsistir, hurgando en la basura electrónica, expuestos a la toxicidad de sus
componentes y causando un gran impacto ambiental, ya que carecen de instrucción,
metodologías e infraestructuras adecuadas. Estos métodos son ilícitos y se
conocen como "reciclaje informal".
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