Riolama Fernández
Recientemente
me he topado con dos noticias contradictorias, pero que intrínsecamente hablan
de lo mismo. Por un lado, el naufragio de una lancha que se dirigía a la isla
La Tortuga, donde una madre con sus dos hijos, navegan en un bote salvavidas,
por días, sin agua ni alimentos; la mujer amamanta a los niños hasta su
deshidratación y muerte, pero sus hijos logran salvarse. Por otra parte, hay
controversia porque una mujer transgénero pretende usar el baño de mujeres
porque se siente mujer y hay que respetarle ese derecho.
En la
actualidad, los problemas sociales se están generando por contraposiciones ideológicas
que contrastan con el conocimiento científico, específicamente de la genética,
que es una rama de la biología.
Entre
los científicos existe la convicción de que quienes promueven la ideología de
género no estudiaron biología y desconocen las bases fundamentales de la
genética, al punto, que el gobierno de España ha llegado a despedir de sus
cargos a docentes por afirmar que biológicamente existen dos géneros, hombre y
mujer, alegando que tras ese saber científico se oculta un acto
discriminatorio, pues todos somos humanos y ser hombre o mujer es una decisión
personal, que no está determinada por la carga genética o biología.
Algunos
biólogos recomendamos que, para salir al frente a la ideología de género, en
lugar de solicitar DNI o tarjeta de identidad o cédula de identidad, debe
realizarse un cariotipo (prueba cromosómica para saber si la persona tiene
cromosomas sexuales XX o XY). Los cromosomas sexuales XX solamente los tienen
las mujeres y los cromosomas XY solamente los tienen los hombres.
Ciertamente
existen en la naturaleza algunas rarezas genéticas, de una en miles y hasta millones
de seres humanos, que tienen cromosomas sexuales XYY, XXX, YYY, XXY. Hay de
todo en la naturaleza, no se trata de discutir si la homosexualidad y las otras
identidades sexuales, con las que una persona pueda identificarse, son naturales
o no. Las variaciones en la naturaleza existen, pero todo se resume a un asunto
de frecuencia de la ocurrencia. Lo estadísticamente comprobado es una persona
entre miles o millones, pero actualmente salimos a la calle y se observa
claramente la gran cantidad de personas LGBTQI (Lesbianas, Gais, bisexuales,
transexuales, no binarios y otras posibilidades), en frecuencias que rompen
las estadísticas genéticas, científicamente comprobadas, quedando claro que, la
alta frecuencia de personas LGBTQI, corresponde a un movimiento ideológico
mundial, que nada tiene que ver con biología.
Personas
que son genéticamente hombres, pero se siente mujeres y reclaman su derecho a
ser reconocidas como tales, es bueno hacerles un cariotipo, esa prueba va a
dejar claro lo que los genetistas sabemos, que se trata de ideología no de
biología. Por supuesto, que no es problema que la gente adopte la ideología que
mejor le parezca, el asunto es su pretensión de ignorar y pretender que los
demás ignoren, el conocimiento científico, anulando la sexualidad biológica con
la ideológica, denominada identidad de género.
Hemos
asistido a competencias de boxeo femenino donde una de las contrincantes resulta
casi muerta porque su oponente era un transexual a quien se le había reconocido
su derecho a ser mujer, ignorando por completo la biología y todas las
características morfológicas y fisiológicas que no se pierden con
operaciones e inyecciones de hormonas.
En la
naturaleza hay todo tipo de manifestaciones sexuales, especialmente en seres
primarios. Por ejemplo, mis calas son hermafroditas y los peces pargos
juveniles son machos y al madurar expulsan gametos femeninos, se transforman en
hembras, eso también es biología, pero eso no es la discusión. La discusión es el empeño de los transexuales,
genéticamente hombres, a ser reconocidos como mujeres, cuando genéticamente son
XY, quieren competir en deportes como mujeres, contra mujeres, y la
constitución física de un XY es morfológicamente y fisiológicamente diferente a
una XX, siendo injusto que compitan como mujeres, esa es la discusión, no si la
homosexualidad es natural o no, ese no es el tema. Por cierto, los transexuales
genéticamente hembras no hacen este tipo de exigencias, porque obviamente una
persona que nace XX no va a querer competir en deportes como hombre, porque
estaría en clara desventaja fisiológica, muy convenientes los transexuales a la
hora de exigir.
Con
los homosexuales es distinto, hoy día, personas que prefieren tener relaciones
sexuales con personas de su mismo sexo no tienen mayor problema, cada quien se enamora
de quien quiera y se viste como quiera, incluso muchos homosexuales les encanta
destacar las características de su sexo biológico, hay lesbianas muy femeninas
y gais muy masculinos y por nada cambiarían su sexo. En este contexto, no es
correcto que los gobiernos metan presos a profesores de biología por enseñar
biología.
Cuando
vemos un transexual XY, genéticamente hombre, aunque se sienta mujer o quiera
ser mujer y tenga operaciones e inyecciones hormonales, masacrar a golpes a una
boxeadora XX, en medio de una competencia deportiva, la indignación llega a
niveles indescriptibles, pues de pronto la realidad femenina nos golpea el
rostro con un gancho de boxeo, y vemos claramente como, definitivamente, en
todas las épocas y todos los ámbitos, las mujeres, XX, siempre estamos en
desventaja, primero el machismo, luego el mismo feminismo nos hizo y hace
perder privilegios y feminidad, ahora los trans dicen que ellos son tan mujeres
como nosotras, compiten en deportes como mujeres y obviamente nos ganan, dejándonos
en riesgo de muerte.
Hoy, no
solamente los hombres, en su condición de machos, agreden y golpean mujeres,
sino que personas, originalmente hombres, legalizados e investidos como mujeres,
también lo hacen.
La mayoría
de los transexuales, banalizan y rebajan lo que es ser mujer. Se empeñan demasiado
en destacar el aspecto físico tratando de feminizarse. Consideran que ser mujer
es tener senos, uñas y pestañas postizas, ridiculizan lo femenino, como si las
mujeres fuéramos superficiales. Se operan el pene para ser mujeres, “transición
completa”, lo llaman, pero yo no puedo dejar de horrorizarme y me pregunto ¿es
que ser mujer se reduce a no tener pene? ¿es en serio? ¿eso creen que somos?, ¿meros
seres sin pene?
Recuerdo
a Sigmund Freud, quien definía a la mujer como un hombre castrado, con envidia
de pene. Reduciendo a la mujer a un simple ser sin sexo, desprovista de
humanidad, pero incluso menos que eso, un ser sin pene, un ser que ni sexo
tiene, y lo envidia, el falocentrismo enaltecido por el padre del psicoanálisis,
lo más importante es tener falo, no vagina. Ergo los transexuales
consideran que ser mujer es simplemente no tener falo. Casi como Jacques Lacan,
que dice que ser mujer es un “síntoma de ser hombre”, es decir, para él ni
siquiera somos humanos, somos un “síntoma”, entonces, para los transexuales ser
mujer es ser tan poca cosa, que se conforman con el “síntoma” de ser mujer.
Freud,
al igual que la mayoría de todos los filósofos, de todas las épocas, tratan de
definir a la mujer en relación con el hombre, en comparación con el hombre, no
como un ente en sí mismo, con características y particularidades que le son
inherentes en tanto que es un individuo, con existencia propia, independiente
de la existencia del hombre.
A lo
largo de la historia, se ha tratado de someter y destruir el poder del
arquetipo femenino. La forma moderna de anular o socavar “lo femenino” es esa
manera de que ahora todo el mundo, cualquiera, puede llamarse mujer si lo
desea, ridiculizando lo femenino, banalizándolo, haciendo parodia del hecho de
ser mujer, con el juego macabro de la ideología de género, y claro, siempre es chévere
estar de moda.
Definitivamente
creo que Freud se equivocó, quienes siempre han tenido envidia a la mujer son
los hombres, envidian todos los arquetipos femeninos, la virgen, la maga, la
bruja, la madre, la venus. Por esa envidia nos obligan a usar burkas, nos
asesinan, nos maltratan, nos pagan menos en los trabajos, hombres que dicen ser
mujeres nos ganan en el deporte, quieren entrar a nuestros baños, se ponen
pestañas, tetas y uñas postizas, se cortan el pene y dicen que eso es ser mujer.
Los
arquetipos son modelos instalados en la psique y en el inconsciente colectivo, conceptos
compartidos en toda las épocas, lugares geográficos y culturas. La idea de “lo
femenino” siempre ha tenido un fuerte sentido mágico religioso, a lo que se le
atribuye, nada más y nada menos, que el poder generador de la vida.
La
energía femenina se representa arquetípicamente de acuerdo al ciclo menstrual,
la virgen (preovulatoria), la bruja (menstrual), la madre (ovulatoria) y la
hechicera (premenstrual). También los arquetipos femeninos se basan en las
diosas griegas, las diosas vírgenes (Artemisa, Atenea y Hestia), las diosas
vulnerables (Hera, Deméter y Perséfone) y las diosas alquímicas (Afrodita). El
arquetipo femenino por antonomasia es Lo Maternal, que es la mágica autoridad
de lo femenino; la sabiduría y la altura espiritual más allá del intelecto; lo
bondadoso, protector, sustentador, lo que da crecimiento, fertilidad y
alimento; el lugar de la transformación mágica, del renacer; el instinto o
impulso que ayuda; lo secreto, lo oculto.
Para
comprender a una mujer se requiere adentrarse en su psicología, en su mundo
emocional y conocer los innumerables condicionamientos sociales de los que ha
sido víctima a lo largo de la historia. La mujer no solamente es la madre, sino
también la sabia maestra del mundo, que funge como pilar de todas las culturas.
Mientras,
la ideología es el conjunto de ideas fundamentales que
caracteriza el pensamiento de una persona, una colectividad o una época. Es una
representación de la sociedad que presenta un programa político y elabora un
plan de acción para acercarse a lo que considera como la sociedad ideal.
La
ideología de género trabaja arduamente en cambiar los arquetipos y establecer
un nuevo arquetipo de lo que es femenino, sin tomar en cuenta la condición biológica
de ser mujer, ni todas sus características morfogenéticas y fisiológicas
determinadas por el ciclo menstrual, la maternidad y todo el compendio psico
emocional que todas esas funciones conllevan; pretende banalizar lo femenino a
un simple grupo que se auto identifique como mujer y que compartan ciertas
características y comportamientos, en relación a lo que cada quien considere,
de acuerdo a su propia capacidad, bastando el simple argumento de “me siento
mujer, respeta eso”, con el pretexto de algo tan sagrado como la libertad,
quedando el hecho de ser mujer relegado a un producto o servicio que se puede
comprar en un quirófano, pagando una cirugía.
Entonces
recuerdo a esa mujer del naufragio en el Mar Caribe, cerca de la isla La Tortuga,
una digna representante del arquetipo de lo que es femenino, sin agua ni
alimentos, amamantó a sus hijos hasta que se deshidrató y murió, se secó por
sus hijos, eso es ser mujer, no ponerse extensiones de cabello, pestañas y uñas
postizas. Aunque se corte el pene, un transexual jamás podrá amamantar.
Ese
empeño transexual de destacar únicamente lo externo, imitando el físico de una
mujer, como si ser mujer es ser superficial. Es verdad que hay mujeres
superficiales, pero eso no es ser mujer.
La libertad
de las personas a decidir cómo quieren vivir su vida, se respeta. La libertad y
los derechos se respetan. El asunto de que algo individual o grupal, como una
ideología, se pretenda convertir en ley general, irrespeta a los que no
comparten esa ideología.
Indiscutiblemente,
debe haber leyes civiles que protejan a las personas LGBTQI, especialmente para
el acceso a los sistemas de salud, que puedan heredar de sus parejas, entre
otros. Obviamente, como personas tienen derechos civiles, pero no al extremo de
pretender imponer una ideología como ley general, pues personas con ideologías
distintas no deben verse obligadas a adoptar otra ideología porque la han
convertido en ley.
Porque
está muy claro que la identidad sexual es la bandera de una ideología, la
ideología de género, y si de ideología hablamos, cada quien es libre de adoptar
la ideología que prefiera. Si vamos a hablar de libertad, cada quien es libre
de creer en lo que quiera, luego, no puede convertirse en ley general, una ideología.
A mi modo
de ver, el conocimiento científico debe prevalecer sobre una ideología. No se
debe enterrar la ciencia por enaltecer una ideología, menos la cultura, menos
los arquetipos.
Trastocar
los arquetipos es trastocar las mentes. Es obvio la intención de manipulación ideológica
a la sociedad mundial, al arremeter contra el arquetipo femenino.
La lucha
por el respeto a los derechos de los grupos minoritarios, no debiera socavar el
derecho de quienes tienen ideologías distintas. Estos grupos que piden respeto,
también deben respetar y no ridiculizar lo femenino.
La
ideología de género encierra la más aberrante misoginia, que busca la abolición
de lo femenino. Irónicamente, ahora a las mujeres, entre tantas luchas ancestrales,
nos toca también luchar, por el derecho a ser, luchar por lo femenino.
Lo
femenino es sagrado en todas las culturas, por eso es tan atacado, y nada lo
ataca más que un trans empeñado en llamarse mujer, porque no solamente no es
mujer, sino que es una parodia de lo que es ser mujer, un insulto a lo femenino.
Ser mujer no es tener uñas largas, tetas y pestañas postizas, ser mujer es mucho
más que eso. Si un trans en verdad fuera mujer, aceptaría resignada su físico y
destacara más su sensibilidad que su aspecto, porque, aunque es verdad que a las
mujeres nos gusta arreglar nuestro cuerpo, siempre, para nosotras son más
importantes nuestras emociones.
Una
mujer no es lo que decía Freud, “un hombre sin pene”, un hueco vacío, por el
contrario, una mujer es un mar profundo de sensibilidad, belleza, amor,
emociones y sabiduría, donde convergen todos los poderes y maravillas de las
más excelsas diosas del Olimpo.
Excelente!!!
ResponderEliminarGracias, compartelo.
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