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Américo Fernández en Haifa, Israel |
Megapolítica: Soberanía Individual, Violencia
En Los Modos De Producción y Bitcoin.
Autora:
Riolama Fernández
A
lo largo de la historia, el hombre ha sido todo menos un individuo
soberano. Los modelos de organización social de todas las épocas, se han
establecido a través del ejercicio de la violencia, teniendo la capacidad de
incidir, de manera determinante, en los cambios tecnológicos que experimenta la
civilización humana.
En
la actualidad, el surgimiento de la moneda digital o Bitcoin, viene a romper
los viejos paradigmas de dominación a través del ejercicio de la violencia, en
la tradición histórica de la economía mundial. Las nuevas tecnologías son
accesibles a las minorías y rompen con la hegemonía monopolista mundial, que se
ha implantado por la fuerza desde la era industrial. De manera que Bitcoin se
vislumbra como el posible cambio económico, político y tecnológico más
importante del siglo XXI y como un importante escalón hacia el logro de lo que
se parece a un individuo soberano.
En este trabajo se hace un repaso histórico hasta la llegada de la moneda digital o Bitcoin, que viene a romper abruptamente con la manera frecuente y tradicional de ejecutar pagos de persona a persona, sin intermediarios, dando al traste con la red de consensos generalizados del mundo financiero, tendente al logro del individuo soberano.
El dinero FIAT fue utilizado durante la Dinastía Ming de la China del Siglo XI, se refiere a un dinero sin valor en sí mismo, que no tiene respaldo de ninguna reserva de metales preciosos y su valor está determinado por una la Ley.
El Bitcoin es una moneda virtual o un medio de intercambio electrónico, utilizada para adquirir y pagar productos y servicios como cualquier otro tipo de moneda, pero esta moneda es descentralizada, es decir, no existe una autoridad o ente de control que sea responsable de su emisión y lleve registros de sus movimientos.
La humanidad coexiste con un sistema político-económico heredado de la revolución industrial, caracterizado por la producción en masa, el monopolio de la violencia, la emisión de dinero y el comercio internacional por parte de las naciones.
En la actualidad, el paradigma político-económico de la era industrial se está viendo amenazado con las nuevas invenciones tecnológicas, que proponen la descentralización, tanto de la información como del dinero y del comercio.
¿Qué tienen en común todos los cambios tecnológicos que cambiaron el sistema político-económico? Para los autores Lord William Rees-Mogg y James Dale Davidson, la clave para comprender cómo evolucionan las sociedades, es entender los factores que determinan los costos y las recompensas de la violencia. Los cuales son definidos principalmente por las tecnologías que pueden implementar los individuos ya sea para la producción o para el uso de la violencia.
Esta tesis, nombrada por sus autores como la Megapolítica, explora las consecuencias sociales y financieras, no solo de los anteriores cambios tecnológicos que marcaron un cambio sustancial en las formas de organización social, desde la revolución agrícola hasta la revolución industrial, si no que permite extrapolar dicho conocimiento a las tecnologías actuales en lo que los autores determinan como una transición a la era de la información.
El gran conflicto sobre nuestro futuro megapolítico apenas comienza. En la dimensión de la tecnología computacional, el conflicto tiene dos polos: la Inteligencia Artificial (IA) y la criptografía.
La IA tiene la perspectiva de resolver finalmente lo que los economistas llaman el "problema de cálculo". En teoría, la IA podría hacer posible el control centralizado de toda una economía. Mientras, la criptografía fuerte, ofrece la perspectiva de un mundo descentralizado e individualizado.
El futuro puede estar en algún lugar entre estos dos polos extremos, y hoy, que se nos vende cualquier tecnología nueva como la próxima revolución que cambiará a la humanidad, es invaluable tener una perspectiva histórica sobre los grandes cambios tecnológicos. Porque sabemos que las acciones que tomemos hoy determinarán el resultado general.
Como bien dijo el
escritor Eduardo Galeano en su escrito Patas Arriba La Escuela del Mundo Al
Revés:
“La economía mundial es
la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos
internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el
terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países,
con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los
tirabombas.
El arte de engañar al
prójimo, que los estafadores practican cazando incautos por las calles, llega a
lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento. En los
suburbios del mundo, los jefes de estado venden los saldos y retazos de sus
países, a precio de liquidación por fin de temporada, como en los suburbios de
las ciudades los delincuentes venden, a precio vil, el botín de sus
asaltos.
Los pistoleros que se
alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, en
gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la
categoría de glorias militares. Los asaltantes, al acecho en las esquinas,
pegan zarpazos que son la versión artesanal de los golpes de fortuna asestados
por los grandes especuladores que desvalijan multitudes por computadora. Los
violadores que más ferozmente violan la naturaleza y los derechos humanos,
jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En el mundo tal cual
es, mundo al revés, los países que custodian la paz universal son los que más
armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más
prestigiosos son los que más narcodólares lavan y los que más dinero robado
guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la
salvación del medio ambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo
aniquilan. Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad
de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el
menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor
costo.
Caminar es un peligro y
respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no
está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos no duermen por la
ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de
perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo
como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela
con drogas químicas y con amigos cibernéticos. Estamos condenados a morirnos de
hambre, a morirnos de miedo o a morirnos de aburrimiento, si es que alguna bala
perdida no nos abrevia la existencia”.
Ya existen muchos
escritos, ensayos, tesis, y un raudal sin fin de videos explicando y
argumentando los males de la era industrial. Dos guerras mundiales y una guerra
fría hacen innecesario alimentar la ansiedad y el pánico de las personas con
estas desgracias ya denunciadas y conocidas.
El objetivo no es otro
que hablar de la disrupción, el cambio, imaginar y planificar un futuro mejor.
Todo ello en base a la que probablemente es la más importante invención
tecnológica en las ciencias de la computación de los últimos 50 años. Una que
tiene el potencial de hacer que los políticos, los bancos o entidades
financieras, los gobiernos y las grandes corporaciones dejen de tener sentido
tal y como hoy las conocemos, se trata de la invención de la moneda virtual.
Decir que el Bitcoin es
la más importante invención tecnológica en las ciencias de la computación de
los últimos 50 años, nos lleva a la necesidad de entender las fuerzas que
actúan en la historia y que propician un cambio sustancial en las formas de
organización social, ya que este evento guarda increíbles paralelismos con
anteriores revoluciones tecnológicas.
“El Individuo
Soberano” es la obra de Lord William Rees-Mogg y James Dale Davidson, donde
se exploran las consecuencias sociales y financieras del cambio revolucionario,
que implica el surgimiento de las criptomonedas. La obra de estos autores desea
ayudar a aprovechar las oportunidades que tiene la nueva era y evitar ser
destruido por su impacto.
La transformación de
este nuevo siglo no sólo revolucionará el carácter de la economía mundial, sino
que lo hará más rápidamente que cualquier cambio de fase anterior. A diferencia
de la Revolución Agrícola, la Revolución de la Información no tardará milenios
en hacer su trabajo. A diferencia de la Revolución Industrial, su impacto no se
extenderá a lo largo de los siglos. La Revolución de la Información ocurrirá
dentro de una vida. Es más, sucederá casi en todas partes a la vez. Las
innovaciones técnicas y económicas ya no se limitarán a pequeñas porciones del
globo. La transformación será casi universal.
El Individuo Soberano.
La historia se repite.
¿Cuáles son las fuerzas
que actúan en la historia y que propician un cambio en las formas de
organización social? ¿Qué tienen en común las grandes revoluciones tecnológicas
de la historia? y ¿cómo podemos extrapolar este conocimiento a las nuevas
invenciones que se desarrollan en la actualidad? Fueron las interrogantes
a las que se enfrentaron Lord William Rees-Mogg y James Dale Davidson. De sus
investigaciones se desprende la tesis de la Megapolítica, donde se argumenta
que las causas más importantes del cambio no se encuentran en los manifiestos
políticos o en los pronunciamientos culturales, sino en los factores materiales
que alteran los límites donde se ejerce el poder y transforma la forma en que
las personas organizan sus medios de vida y se defienden.
Bajo esta tesis, la
clave para comprender cómo evolucionan las sociedades, es entender los factores
que determinan los costos y las recompensas de la violencia. La razón de
centrar sus investigaciones en ello es simple: la cualidad de producir bienes y
servicios junto con el control de la violencia es el dilema más importante que
toda sociedad enfrenta.
En síntesis, la Megapolítica propone
analizar las características de los monopolios de la violencia y las
condiciones de producción de cada época y entender que cada cambio político o
cultural que marca las transiciones de una era a la otra está catalizado
siempre por la tecnología.
¿Cómo podemos ver
aplicado este principio en la historia de la humanidad? para responder eso, es
importante hacer un breve repaso de cómo se dieron los grandes cambios en la
civilización humana. Comencemos por el principio o mejor dicho por el principio
de la historia registrada.
A
lo largo de la historia de la humanidad, desde sus primeros comienzos hasta
ahora, sólo ha habido tres etapas básicas de la vida económica: 1) sociedades
de caza y recolección; 2) sociedades agrícolas; y 3) sociedades
industriales. Ahora, se asoma en el horizonte, algo completamente nuevo,
la cuarta etapa de la organización social: las sociedades de información.
DE
LA CAZA Y RECOLECCIÓN A LA AGRICULTURA
¿Como pasamos de
sociedades de caza y recolección a ser sociedades agrícolas adaptadas a todos
los climas a lo largo y ancho del globo?
Desde
que el ser humano apareció desnudo y hambriento rodeado de una naturaleza
hostil y totalmente fuera de su control se vio obligado a adaptarse y para ello
desarrolló un sin fin de tecnologías.
¿Y
qué es la tecnología? Para fines prácticos utilizaremos la definición de
Marshall Mcluhan “las tecnologías admiten ser consideradas como prolongaciones
de nuestro cuerpo y nuestros sentidos… y tienen un fin primordial que es lograr
transformar el ambiente (natural y social), para adaptarlo mejor a las
necesidades y deseos del ser humano.”
Bajo esta definición el
ser humano desarrolló tecnologías de propósitos generales como el dominio del
fuego y la fabricación de armas para aumentar nuestra capacidad de daño. Y
aunque estas tecnologías Paleolíticas fueron de uso generalizado no establecen
por sí mismas una forma de organización social.
La primera revolución
tecnológica que cambió nuestro paradigma en cuanto al empleo de la violencia y la
producción fue la revolución agrícola. Este gran cambio en la humanidad
representó que las sociedades ahora ya no tendrían que desplazarse largos
periplos de tiempo y de espacio para conseguir alimento y sobreponerse a las
adversidades, sino que por primera vez gozaban del control de plantas y
animales domésticos, los cuales les permitían asentarse en un lugar.
Con la revolución
agrícola y el nacimiento de las sociedades sedentarias, por primera vez en la
historia de la humanidad fue necesario la administración de recursos escasos,
los cuales ya no estaban dados solo por las condiciones del ambiente, sino por
él trabajo de los individuos para la creación de alimento.
A partir de allí, las
sociedades se encontraron con un dilema implícito de la propiedad, porque las
tribus nómadas tenían territorios que frecuentaban y que hasta defendían, pero
no eran suyos, pero si ya invierte tiempo y esfuerzo en un territorio si ya
plantaste semillas, marcaste territorio colocando cercas y construiste
graneros, entonces la tierra ya no es “la tierra” sino “mi tierra”. El hombre y
su tribu debieron organizarse para implementar sistemas de mantenimiento,
control y vigilancia para la comida, porque ahora están atados a la tierra,
sentados sobre un gran botín y completamente inmóviles y expuestos a cualquier
tribu de hambrientos humanos que pasen por ahí. Si un mal día viniera la
escasez o un cruel invierno, si otra tribu se queda sin comida y ven esos
graneros llenos, si sus únicas opciones son matar o morir.
En ese sentido, James
Dale Davidson y Lord William Rees-Mogg expresaron bien que “La razón por la que
la gente recurre a la violencia, es que a menudo la violencia paga”. En otras
palabras, optar por la violencia a veces es un asunto de supervivencia. Se
decide luchar hasta morir, por lo que es imprescindible para la vida.
PARAÍSO PERDIDO
La agricultura puso a
la humanidad en un curso completamente nuevo. Los primeros agricultores
realmente plantaron las semillas de la civilización. De su trabajo surgieron ciudades,
ejércitos, aritmética, calabozos, vino y whisky, la palabra escrita, dinero,
esclavitud y guerra. Sin embargo, a pesar de todo el drama que la agricultura
iba a añadir a la vida, el alejamiento de la economía primitiva parece haber
sido rotundamente impopular en sus primeros días. Testigo del relato conservado
en el Libro del Génesis, que cuenta la historia de la expulsión del paraíso. La
parábola bíblica del Jardín del Edén es un cariñoso recuerdo de la vida fácil
que disfrutaba el buscador en el desierto. Los estudiosos indican que la
palabra "Edén" parece derivar de una palabra sumeria para
"desierto" (Bruce M. Metzger y Michael D. Coogan,1993).
La transición de una
vida libre y poco asentada hacia una vida sedentaria en una aldea agrícola fue
un asunto de profundo pesar, expresado no sólo en la Biblia sino también en el
continuo rencor de la humanidad por levantarse por la mañana e ir a trabajar.
Como escribió Stephen Boyden en "Civilización occidental en perspectiva
biológica", la nueva forma de vida que acompañaba a la agricultura era
"evasiva". Antes de la llegada de la agricultura, miles de
generaciones humanas vivieron como Adán en el Edén, por invitación de su
Creador: "De cada árbol del jardín puedes comer libremente." Los
cazadores y recolectores no tenían cosechas que atender, ni rebaños que
vigilar, ni impuestos que pagar.
Los forrajeros iban a
la deriva donde querían, como los vagabundos, trabajaban poco y no respondían a
nadie. Con la agricultura, comenzó una nueva forma de vida, en términos más
apremiantes. "Te producirá espinas y cardos, y comerás la hierba del
campo; con el sudor de tu rostro comerás el pan." La agricultura era un
trabajo duro. El recuerdo de la vida antes de la agricultura era el del paraíso
perdido.
Los agricultores
crearon nuevas condiciones que alteraron drásticamente la lógica de la
violencia, más de lo que imaginaron. No es una coincidencia que el Libro del
Génesis haga de Caín, el primer asesino, "un labrador de la tierra".
De hecho, es parte del asombroso poder de síntesis de la Biblia, que su
historia fue confiada a pastores que comprendieron fácilmente cómo la
agricultura daba lugar a la violencia. En unos pocos versos el relato bíblico
encapsula la lógica que tardó miles de años en desarrollarse. La agricultura
fue una incubadora de disputas. La agricultura creó un capital estacionario en
una escala extensiva, elevando la recompensa de la violencia y aumentando
dramáticamente el desafío de proteger los bienes. La agricultura hizo tanto el
crimen, como las propuestas de pago del gobierno, por primera vez.
A partir de allí, desde
las sociedades sedentarias y la propiedad privada, las muestras arqueológicas
sugieren que los índices de violencia aumentaron significativamente. Las
sociedades que prosperaron, no fueron solo las que pudieron generar mayor
cantidad de alimento o administrar de tal manera que no hubiera escasez, sino
también, las que aplicaron de forma más efectiva la violencia, ya sea para
mantener el fruto de su trabajo o para usurpar el de otras tribus.
Sin importar de qué
rincón del mundo se tratara, la humanidad se vio en una carrera del ingenio
para generar la mayor cantidad de riqueza y para ejecutar de la forma más
efectiva la violencia, sea para proteger dicha riqueza o usurpar la de los
demás. A partir de allí, surgieron organizaciones sociales que permitieron
construir grandes imperios y también desarrollos tecnológicos que favorecieron
o amedrentaron la capacidad del ejercicio de la violencia.
De este dilema
intrínseco de la propiedad, de esta carrera interminable, de esta historia de
cooperación y aniquilación humana, es la que parte el análisis de la
Megapolítica. Porque desde este punto, la producción y la violencia fueron
indisociables y la tecnología solo fue un catalizador de este dilema.
Cada transición
Megapolítica tuvo pequeñas tecnologías de uso general, o GPT (General-purpose
technology) por sus siglas en inglés, que modificaron la realidad política de
la época y representaron una ventaja significativa para las primeras sociedades
que las implementaron, sin representar necesariamente un cambio en la lógica de
la violencia antes explicada. La fundición de mineral, el dinero, la rueda, la
escritura son ejemplos de ello, cada uno implicó mejoras tanto para la producción
como para la violencia, cuando fueron implementados.
SOCIEDADES AGRÍCOLAS
Para comprender mejor
la próxima transición hacia distintos tipos de sociedades, es necesario hablar
de las condiciones megapoliticas de Europa y Asia menor. Con las sociedades
agrícolas ya establecidas, los libros están cargados con los relatos de las
polis griegas y el Imperio romano, en parte, porque sus escritos sobrevivieron
hasta el día de hoy, mientras que la de culturas contemporáneas, fueron
borradas de la existencia cuando estas fueron conquistadas o exterminadas. Por
otra parte, un imperio de tal magnitud y tan longevo como el imperio romano, es
muy raro en la historia. Sin embargo, los imperios egipcio, bizantino, mongol,
han, sui, árabe y persa, entre muchos otros menos populares o directamente
desaparecidos, realizaron sus aportes en términos de desarrollos tecnológicos.
Desde la perspectiva de
la megapolitica, hablar del Imperio Romano es necesario para entender el
contexto de Europa y Asia menor, ya que fue allí que las condiciones
megapoliticas se desarrollaron hacia las sociedades industriales. ¿Y por qué es
necesario ir tan atrás en el tiempo? porque la recuperación del conocimiento
perdido, luego de la caída de Roma, fue parte central de algunos cambios que se
darían y cuyos paralelismos con la actualidad, pueden ayudarnos a comprender
mejor los cambios a los que nos enfrentamos en la actualidad.
Por otra parte, el
lejano ejemplo de la caída de Roma es relevante por varias razones. Al
contemplar las condiciones del mundo actual, es probable que usted obtenga una
mejor perspectiva sobre lo que el futuro tiene reservado, si ilustramos
importantes puntos sobre la lógica de la violencia, con ejemplos reales del
pasado, ya que la caída de un poder central como lo fue el imperio romano,
guarda paralelismos con la caída de otros imperios y monopolios de la violencia
que centralizaron el poder.
EL IMPERIO ROMANO
El imperio Romano
significó uno de los monopolios de la violencia mejor adaptados de la
revolución agrícola. Los romanos desarrollaron muchas tecnologías para expandir
su imperio, pero ello mismo fue lo que propició su declive. Parte de la razón
por la que Roma cayó, es que se había expandido más allá de la escala en la que
las economías agrícolas podían mantener un monopolio de la violencia.
El costo de mantener
las lejanas fronteras del imperio excedió las ventajas económicas que una
antigua economía agrícola podía soportar. El peso de los impuestos y la
reglamentación, necesarios para financiar el esfuerzo militar, aumentó hasta
superar la capacidad de carga de la economía.
Tras
la crisis del siglo III, el imperio romano cambió para siempre, las guerras por
el control se perpetuaban, y los bárbaros del norte no paraban de llegar
huyendo del frío y de otros invasores. Todo ello obligó al emperador
Dioclesiano a dividir, en el año 293, el enorme imperio Romano para hacerlo más
controlable. Uno de estos emperadores venció a todos los demás, Constantino
Primero el Grande, llamado primer emperador cristiano. Fue él, quien hacía el
año 324, trasladó la capital del imperio a una ciudad de origen griego llamada
Bizancio, a la que llamó Nueva Roma o Constantinopla, sembrando la semilla del
futuro Imperio Bizantino o Romano de oriente, el cual no caería hasta casi un
milenio después.
La corrupción se hizo
endémica. Una gran parte del esfuerzo de los comandantes militares, se dedicó a
la búsqueda de "beneficios ilícitos de su mando". Esto lo
persiguieron sacudiendo a la población, lo que el observador del siglo IV
Synesius describió como "la guerra en tiempos de paz, una casi peor que la
guerra bárbara y que surge de la indisciplina de los militares y la codicia de
los oficiales".
Otro
importante factor que contribuyó al colapso de Roma, fue el déficit demográfico
causado por las plagas antoninas. El colapso de la población romana en muchas
áreas, obviamente contribuyó a la debilidad económica y militar. La lista
de razones de la caída del imperio Romano podría ser muy larga ya que la
decadencia imperial estuvo marcada por sucesos en todos los órdenes, algunos de
ellos casi desde el mismo nacimiento de la Roma imperial.
El
cristianismo también jugó su papel en la caída del imperio romano. Desde la
perspectiva tecnológica, la invención de algo tan aparentemente pequeño como el
estribo, le dio a los Hunos una capacidad táctica superior, pues, podían atacar
a toda velocidad sin ser arrojados por el impacto de su lanza que golpeaba un
objetivo, así sus ataques incesantes fueron el terror de romanos y
germanos. Finalmente, el rey Visigodo Alarico logró llegar a Roma y
sitiarla durante dos años y saquearla en el 410. Pasaron 800 años desde que un
ejército extranjero pisó las calles de Roma, lo que significó la caída del
imperio romano de occidente, pero luego de la caída, se empezaría a gestar las
condiciones para la próxima transición tecnológica.
LA REVOLUCIÓN DEL AÑO
1000
En los primeros siglos,
después de la caída de Roma, la economía de Europa Occidental se marchitó. Los
reinos germánicos que se arraigaron en los territorios del antiguo Imperio
Romano habían asumido muchas funciones del estado romano, pero a un nivel mucho
menos ambicioso. La infraestructura no fue atendida. Con el paso de los siglos,
los puentes y acueductos se deterioraron y se volvieron inutilizables. La
moneda romana seguía empleándose, pero prácticamente desapareció de la
circulación. Los mercados de tierras, que habían prosperado en la época romana,
disminuyeron. Las ciudades, que habían sido centros de la administración
romana, virtualmente desaparecieron junto con el poder tributario del estado. Y
también lo hicieron casi todos los demás grupos de la civilización.
Desde la construcción
de carreteras hasta el injerto de vides y árboles frutales, Europa Occidental
dejó de emplear muchas técnicas que una vez fueron bien conocidas y practicadas
con un alto nivel. Incluso un dispositivo tan antiguo como el torno de alfarero
desapareció en muchos lugares. Las operaciones mineras se contrajeron. La
metalurgia retrocedió. Las obras de irrigación en la región mediterránea se
desintegraron por abandono (Frances y
Joseph Gies, 1994).
Un corolario
sorprendente de este sombrío paisaje fue el hecho de que el colapso del estado
romano elevó el nivel de vida de los pequeños agricultores durante varios
siglos. Los reinos germánicos que dominaron Europa occidental durante la Edad
Media incorporaron algunos de los rasgos sociales relativamente fáciles de
aceptar que eran comunes a sus tribus ancestrales, como la igualdad jurídica de
los propietarios. En consecuencia, los pequeños agricultores de la Edad Media
eran mucho más libres de lo que iban a ser en los siglos feudales.
El colapso virtual del
comercio durante la Edad Media, costó a los pequeños agricultores los
beneficios del comercio y las ventajas de mercados más amplios. La desaparición
de las ciudades socavó la economía monetaria, pero también significó que la
población rural ya no tenía que soportar la aplastante carga de la burocracia.
Como Guy Bois ha escrito, la ciudad romana era una comunidad parasitaria, no un
centro de producción: "En el período romano, la función dominante de una
ciudad era de orden político. Vivía principalmente de los ingresos que le
llegaban de sus alrededores por la agencia del impuesto sobre la tierra... La
ciudad, en efecto, producía poco o nada en beneficio del campo
circundante."
El colapso de la
autoridad romana liberó en gran medida a los agricultores del campo de los
impuestos, que habían absorbido entre un cuarto y un tercio del producto bruto
de la tierra, sin contar las diversas exacciones sufridas por los pequeños y
medianos propietarios. Los impuestos eran tan onerosos, que la deserción de la
propiedad por parte de los propietarios, era generalizada. Los bárbaros
permitieron misericordiosamente que estos impuestos caducarán.
Las cargas del gobierno
se redujeron tanto por las conquistas bárbaras, que se creó una apertura para
que los pobres obtuvieran la propiedad absoluta y la conservarán. Algunos de
los agri deserti, o granjas abandonadas por propietarios que huían
de los impuestos depredadores en los últimos años del Imperio Romano, volvieron
a producir.
A pesar de las rudas
circunstancias de la época y del hecho de que los rendimientos de los cultivos
eran ridículamente bajos para los estándares modernos, la Edad Oscura fue un
período de relativa prosperidad para los pequeños propietarios de Europa. De
hecho, estaban en una posición más fuerte de lo que estarían de nuevo hasta la
era moderna. Por un lado, había menos manos disponibles para cultivar la tierra
fértil, grandes extensiones de la cual habían dejado de ser cultivadas. Las
plagas, las guerras y el abandono por parte de los propietarios que escapaban
del colapsado Imperio Romano habían despoblado significativamente las áreas
anteriormente cultivadas. Otra ventaja de la que disfrutaron los pequeños
agricultores en la Edad Media surgió de la adopción, en el siglo VI, de una
nueva tecnología agrícola: el arado pesado, a menudo montado sobre ruedas.
Utilizado junto con un arnés mejorado que permitía a los campesinos emplear
múltiples bueyes, la nueva tecnología facilitó mucho la limpieza de las tierras
forestales en el norte de Europa.
En esas condiciones, el
mercado de la tierra se contrajo casi hasta el punto de desaparecer. Se podía
disponer de nuevas tierras para la agricultura simplemente despejándolas y compartiendo
parte de cada nueva parcela con las autoridades locales apropiadas. Este
proceso, conocido como asentamiento, dio una cómoda salida al crecimiento de la
población durante siglos después de la caída de Roma. La concentración se hizo
particularmente atractiva en las regiones septentrionales poco pobladas después
de que las temperaturas más cálidas del siglo VIII hicieran que la agricultura
fuera más productiva. Los líderes de las tribus germánicas que conquistaron los
antiguos territorios romanos se habían establecido como grandes terratenientes.
La mayoría del resto de la población cultivaba pequeñas parcelas, pero en
condiciones muy diferentes a las que se dieron más tarde bajo el feudalismo.
Los terratenientes más
ricos o amos, representaban entre el 7 y el 10 por ciento de la población.
Parece que antes del año 1000, dos tercios de los aldeanos en una zona típica
de Francia eran propietarios de tierras. Poseían cerca de la mitad de todas las
tierras de cultivo. Había pocos siervos. Los colonos, o agricultores
arrendatarios, no representaban más del 5 por ciento de la población. La
esclavitud persistió, pero en una escala mucho menor que en la época romana.
Los reinos sucesores germánicos de Roma fueron defendidos militarmente por
todos los hombres libres que se reunieron para llevar las armas a petición del
representante local del rey, el conde. Incluso se esperaba que los
"pequeños y medianos propietarios" se agruparan y enviaran a uno de
ellos a luchar con la infantería.
Sin embargo, había poca
distinción, en el estatus o la ley, entre la infantería de los libres y la
caballería. Todos los hombres libres participaban en las asambleas judiciales
locales y podían solicitar la resolución de disputas al conde, una oficina que
había existido desde finales de la época romana. No existía la nobleza como
tal, pero eso cambiaría muy abruptamente.
REVOLUCIÓN FEUDAL
Las condiciones
inestables de finales del siglo X prepararon el camino para la revolución
feudal. Las fallas en las cosechas y los desastres llevaron a los campesinos a
endeudarse. Cuando los rendimientos de las cosechas no se recuperaron, los
propietarios se enfrentaron a una situación desesperada. Las familias que
perdieron sus tierras perdieron su único medio de supervivencia.
Ante esa perspectiva,
la mayoría de los agricultores de pleno derecho decidieron regalar sus campos
durante la revolución feudal. La única forma segura para un campesino de
conservar la tierra que cultiva es conceder la propiedad de la misma a la Iglesia,
para mantener su usufructo.
Otros cedieron parte o
toda su tierra a agricultores más ricos en los que tenían confianza, ya sea a
vecinos o parientes amistosos. Estas transferencias de propiedad se hicieron
con la condición de que el granjero, su familia y sus descendientes se quedaran
a trabajar en los campos. Los agricultores pobres también debían gozar del
apoyo recíproco de los poseedores más importantes, ahora los
"nobles", que podían permitirse comprar caballos y armaduras, y así
proporcionar protección a las fincas ampliadas. Este trato puede verse como una
estación intermedia entre la continuación de la propiedad económica y la
ejecución de la hipoteca. La mayoría de las veces, era un trato que no podía
rechazar.
La caída de la
productividad no sólo colocó a los agricultores pobres en un desesperado dilema
económico, sino que también instigó un aumento de la violencia depredadora que
socavó la seguridad de la propiedad. Los que no tenían los recursos para
arrebatar una parte del suministro disponible e inadecuado de caballos y
forraje, se encontraron de repente con que ellos y sus propiedades ya no
estaban seguros.
En pocos años, la
capacidad del rey y de las cortes para hacer cumplir el orden se derrumbó. Cualquiera
con armadura y un caballo podía ahora convertirse en una ley para sí mismo. El
resultado fue una lucha cuerpo a cuerpo y saqueo, que las autoridades
constituidas no podían detener. Los saqueos y ataques de caballeros armados
perturbaron el campo.
Las condiciones
megapolíticas que conducían a la ruptura de la autoridad habían estado vigentes
durante algún tiempo. Sin embargo, su potencial para alterar las relaciones de
poder en la sociedad no se hizo realidad hasta que se desencadenó una crisis.
Las malas cosechas y las hambrunas parecen haber hecho precisamente eso. Aunque
la secuencia exacta de los acontecimientos es difícil de reconstruir, parece
que el saqueo fue instigado, al menos en parte, por las condiciones
desesperadas.
Una vez que se desató
la violencia, se hizo evidente que nadie podía movilizar la fuerza para
detenerla. La gran mayoría de los agricultores mal armados ciertamente no
pudieron hacer mucho. Incluso docenas de granjeros a pie, habrían sido
superados por un solo caballero armado a caballo. Los agricultores de pleno
derecho, al igual que las autoridades constituidas, los reyes con sus condes,
eran impotentes para evitar que las tierras locales fueran tomadas por
guerreros armados.
"La paz de
Dios"
En esas condiciones
desesperadas, la Iglesia ayudó a lanzar el feudalismo a través de sus esfuerzos
por negociar una tregua en el campo violento. La impotencia de las autoridades
políticas fue tal que la Iglesia las representó en el intento de restaurar el
orden, en el movimiento conocido como 'La Paz de Dios'.
El trato que la Iglesia
hizo, implicaba el reconocimiento del señorío de los caballeros armados en las
comunidades locales, a cambio del cese o la moderación de la violencia y el
saqueo. Los títulos de tierra inscritos después de la oleada de violencia a
finales del siglo X, de repente llevaban el título de "nobilis"
o "millas" como indicación de señorío. La nobleza como un
estado separado fue creada por la revolución feudal.
Las transacciones de
propiedades registradas a los mismos individuos, sólo unos años antes, no
habían registrado tal distinción. Dada la caída de la productividad y la
inseguridad económica de los pequeños propietarios, el poder de los caballeros
armados condujo inevitablemente a la posesión de propiedades por parte de la
tenencia feudal. A finales del primer cuarto del siglo XI, los campesinos
propietarios habían desaparecido en gran parte. Los pequeños agricultores o sus
descendientes eran siervos que pasaban la mayor parte del tiempo trabajando en
las fincas de los señores feudales, laicos y eclesiásticos.
La ruptura del orden
que acompañó a la revolución feudal llevó a ajustes en el comportamiento que
reforzaron el feudalismo. Entre ellos estaba el aumento de la construcción de
castillos. Originalmente centros de mando para oficiales carolingios, se
convirtieron en posesiones hereditarias después de la revolución
feudal. Los castillos fueron los primitivos reductos de lo que más tarde
serían fortalezas difíciles de atacar. Eran arrasados, pero con mucho esfuerzo.
A medida que empezaron
a poblar el campo, los castillos hicieron cada vez más improbable que el rey o
sus condes pudieran desafiar efectivamente la supremacía local de los señores
feudales.
Contribuciones de la
Iglesia a la productividad
El feudalismo fue la
respuesta de la sociedad agrícola al colapso del orden en una época de baja
productividad.
Durante las primeras
etapas del feudalismo, la Iglesia jugó un papel importante y económicamente
productivo. Ayudó a crear reglas, que permitieron a la gente superar las
trampas de incentivos y los dilemas de comportamiento. Algunos de estos eran
dilemas morales comunes a toda la vida humana. Pero otros eran dilemas locales,
únicos en las condiciones megapolíticas prevalecientes.
La Iglesia medieval
tuvo un papel especial en la restauración del orden en el campo en los últimos
años del siglo X. Proporcionó apoyo religioso y ceremonial a las autoridades
locales, redujo los costos de establecer débiles monopolios locales de
violencia, ayudando a establecer el orden. La Iglesia contribuyó a las
condiciones que finalmente condujeron a configuraciones de poder más
estables.
La importancia relativa
de la Iglesia frente a las autoridades seculares se refleja en el hecho de que,
para el siglo XI, la principal división administrativa de la autoridad en la
mayor parte de Europa occidental pasó a ser la parroquia.
La Iglesia fue la
principal fuente para preservar y transmitir el conocimiento técnico y la
información. Patrocinaba las universidades y proporcionaba la educación mínima
que la sociedad medieval disfrutaba. La Iglesia también proporcionó un
mecanismo para reproducir libros y manuscritos, incluyendo casi toda la
información contemporánea sobre agricultura y ganadería. La scriptoria de
los monasterios benedictinos puede entenderse como una tecnología alternativa a
las imprentas, que en ese entonces no existían.
Los administradores de
las granjas estaban alfabetizados por la iglesia, que hizo mucho para ayudar a
mejorar la productividad de la agricultura europea, especialmente en las
primeras etapas del feudalismo. Antes del siglo XIII, los administradores de
las granjas de los señores laicos eran casi todos analfabetos y por muy astutos
que fueran los agricultores, no estaban en condiciones de beneficiarse de
ninguna mejora en los métodos de producción. Por lo tanto, la Iglesia fue
esencial para mejorar la calidad de los granos, las frutas y el ganado. Gracias
a sus extensas explotaciones repartidas por todo el continente europeo, la Iglesia
podía enviar las semillas y el material de reproducción más productivo, a zonas
donde la producción era insuficiente.
La Iglesia también
ayudó a aumentar la productividad de la agricultura medieval de otras maneras.
La Iglesia proporcionó los servicios auxiliares requeridos por las pequeñas
comunidades agrícolas. En muchas áreas, los molinos propiedad de la Iglesia
molían el grano hasta convertirlo en harina.
Asimismo, la Iglesia
asumió muchas funciones que hoy en día son absorbidas por el gobierno,
incluyendo la provisión de infraestructura pública. Órdenes religiosas
específicas de la Iglesia de la temprana edad media se dedicaron a tareas de
ingeniería aplicada, como la apertura de carreteras, reconstrucción de puentes
caídos y la reparación de acueductos romanos deteriorados. También despejaron
tierras, construyeron presas y drenaron pantanos. Una nueva orden monástica,
los Cartujos, cavaron el primer pozo "artesiano" en Artois, Francia.
Usaron la perforación de percusión, cavaron un pequeño agujero lo
suficientemente profundo como para crear un pozo que no necesitará bomba.
La Iglesia también
ayudó a incubar un mercado más complejo. La construcción de la catedral, por
ejemplo, difiere en su tipo de infraestructura pública, como puentes y acueductos.
Sin embargo, no hay que olvidar que la construcción de iglesias y catedrales
ayudó a crear y profundizar en los mercados de muchos oficios artesanales y de
ingeniería. La Iglesia fue un cliente principal de los oficios de la
construcción y los artesanos. Las compras de plata de la iglesia para los
servicios de comunión, los candelabros y las obras de arte para decorar las
iglesias ayudaron a crear un mercado de artículos de lujo que de otro modo no
habría existido.
De la misma manera que
el gasto militar del Estado-nación durante la Guerra Fría ayudó
involuntariamente a incubar Internet, la construcción de catedrales medievales
llevó a otros tipos de escisión, la incubación del comercio. En muchos
sentidos, la Iglesia ayudó a contener la ferocidad de la violencia desatada por
los caballeros armados durante y después de la "revolución feudal".
Especialmente en los primeros siglos del feudalismo, la Iglesia contribuyó
significativamente a mejorar la productividad de la economía agrícola. Fue una
institución esencial, bien adaptada a las necesidades de la sociedad agraria al
final de la Edad Media.
LA EDAD MODERNA
A
todas las condiciones megapoliticas del Feudalismo siguió una que afectó tanto
a los productores como a los especialistas en violencia, fue la pandemia de la
peste negra que causó una abrupta caída demográfica en la Europa medieval,
entre 1347 y 1352, que mató a aproximadamente a 30 millones de personas.
Esta
gran pérdida de población trajo resultados favorables para los campesinos
supervivientes en Inglaterra y Europa occidental. Hubo una mayor movilidad
social ya que la despoblación erosionó aún más las ya debilitadas obligaciones
de los campesinos de permanecer en sus propiedades tradicionales. Los señores
feudales nunca se recuperaron. La tierra era abundante, los salarios elevados y
la servidumbre casi había desaparecido. Era posible moverse y elevarse más alto
en la vida. Especialmente, los hijos y las mujeres más jóvenes se beneficiaron
(Jay O'Brien; William Roseberry, 1991).
La
gran reducción de la población causada por la plaga, trajo precios más baratos
de la tierra, más alimentos para el campesino medio y un aumento relativamente
grande en el ingreso per cápita entre los
campesinos, si no de manera inmediata, en el siguiente siglo (Munro, John, 2005).
Cuando Europa salió del
déficit demográfico causado por la Peste Negra, casi inmediatamente comenzó a
afirmar su dominio sobre el resto del mundo. La "Revolución de la
Pólvora", el "Renacimiento" y la "Reforma" son nombres
que se dan a los diferentes aspectos de esta transición que marcó el comienzo
de la Edad Moderna.
Para
diversos historiadores la edad moderna llegó con la caída de Constantinopla y
el imperio romano de oriente, mejor conocido como el imperio bizantino, para
otros ocurrió con la llegada de Cristóbal Colón al continente americano y para
otros la transición entre la edad media y la edad moderna se produjo gracias a
un movimiento cultural y artístico conocido como renacimiento.
EL
NACIMIENTO DE LA ERA INDUSTRIAL
El
eclipse del feudalismo marcó el inicio de la gran fase moderna del predominio
occidental. Fue un período de crecientes regresos a la violencia y de aumento
de las empresas. Los catalizadores de estos cambios fueron las nuevas
tecnologías, desde el velero de tres mástiles, las armas de pólvora,
hasta la imprenta, que cambiaron los límites de la vida de una manera que pocos
podían comprender.
En
la última década del siglo XV, exploradores como Colón apenas comenzaban a
abrir una aproximación a vastos y desconocidos continentes. Por primera vez en
la era inmemorial de la existencia humana, el mundo entero estaba rodeado. Los
galeones, nuevas improvisaciones de gran envergadura en las galeras
mediterráneas, circunnavegaron el globo, trazando los pasajes que se
convertirían en rutas comerciales y vías para la enfermedad y la conquista. Los
conquistadores con sus nuevos cañones de bronce en el mar y en la costa
abrieron nuevos horizontes. Encontraron fortunas en el oro y las especias,
plantaron las semillas de nuevos cultivos comerciales, desde el tabaco hasta
las patatas, y establecieron nuevos pastizales para su ganado.
La
primera tecnología industrial
Así
como los nuevos veleros armados con cañones abrían nuevos horizontes
económicos, la imprenta abría nuevos horizontes intelectuales. Fue la primera
máquina de producción en masa, que marcó el inicio del industrialismo. La
Revolución Industrial ya había ocurrido mucho antes de que apareciera la
imprenta, pero no había alcanzado la madurez que dio los principios de la
producción en masa y un sistema de fábricas bien establecidos.
Debido
a la tecnología especializada y a la división del trabajo, cada empleado fue
capaz de producir 4.800 veces más en un día de los que un individuo podía
fabricar por su cuenta (Adam Smith,
1976).
La
verdadera transición megapolitica entre el feudalismo y el
industrialismo comenzó a finales del siglo XV. Su impacto se sintió casi de
inmediato en la transformación de las instituciones dominantes, en particular
de la Iglesia medieval.
Los
historiadores que sitúan la Revolución Industrial más tarde están midiendo
realmente el despegue de los niveles de vida atribuibles a la producción en
masa impulsada por motores. Esto elevó el valor de la mano de obra no
calificada y condujo a la caída de los precios de una amplia variedad de bienes
de consumo. Sin embargo, el hecho de que el nivel de vida comenzara
a subir bruscamente en diferentes en diferentes países es un indicio de que se
mide algo distinto de la transición megapolítica. La Historia
Económica de Europa de Cambridge habla de "Revoluciones Industriales"
en plural, vinculándolas explícitamente al crecimiento sostenido de los
ingresos nacionales (Habakkuk, H y Postan, M., 1966).
En
Japón y Rusia, este aumento de los ingresos se retrasó hasta finales del siglo
XIX. El aumento del nivel de vida y el crecimiento sostenido de los ingresos
nacionales en otras partes de Asia y en algunas partes de África fue un
fenómeno del siglo XX. En algunas partes de África, el crecimiento sostenido
sigue siendo un sueño hasta el día de hoy. Pero eso no significa que esas
regiones no vivan en la era moderna.
Reducir
el costo del conocimiento
La
capacidad de producir libros en masa fue increíblemente subversiva para las
instituciones medievales. La imprenta socavó el monopolio de
la Iglesia sobre la palabra de Dios, incluso creó un nuevo mercado para la
herejía. Las ideas contrarias a la sociedad feudal cerrada, se extendieron
rápidamente, ya que 10 millones de libros fueron publicados en la última década
del siglo XV.
La
producción masiva de libros terminó con el monopolio de la Iglesia
sobre las Escrituras, así como sobre otras formas de información. La mayor
disponibilidad de libros redujo el costo de la alfabetización y multiplicó el
número de pensadores que estaban en condiciones de ofrecer sus propias
opiniones sobre temas importantes, en particular sobre temas teológicos. (Euan Cameron, 1992).
El monopolio de
la Iglesia se vio amenazado y alentó el surgimiento de sectas protestantes
competitivas que buscaban formular sus propias interpretaciones de la Biblia.
La producción masiva de libros redujo el costo de la herejía y dio a los
herejes grandes audiencias de lectores.
La
publicación también ayudó a destruir la visión del mundo medieval. La mayor
disponibilidad y los menores costes de la información provocaron que se abandonara
una visión del mundo ligada al simbolismo en lugar de a las conexiones
causales. El modo de pensar simbólico complementaba la estructura jerárquica de
la sociedad y se adaptaba al analfabetismo.
Las
ideas de la iglesia eran transmitidas a través del arte, mediante símbolos en
los grabados en madera, accesibles para la población analfabeta. Por el
contrario, el advenimiento de la imprenta en el período moderno, condujo al
desarrollo de conexiones causales, empleando el método científico, para una población
alfabetizada.
Muchos usos aparentemente inocentes de la imprenta fueron
subversivos por su contenido. La mera difusión del conocimiento de las fortunas
que ganaban los intrépidos aventureros y comerciantes era en sí misma un
poderoso solvente que disolvía los vínculos de la obligación feudal. La
tentación de los nuevos mercados, junto con la necesidad y la oportunidad de
financiar ejércitos y marinas a mayor escala, dio al dinero un valor que
carecía en los siglos feudales.
Estas nuevas vías de inversión, reforzadas por las nuevas
formas de comercio marítimo, a escala global, hacían que fuera cada vez más
costoso para el señor del interior o el comerciante de la ciudad, donar su
capital a la Iglesia, de manera que, la creación de oportunidades de inversión
fuera de las tierras, desestabilizó las instituciones del feudalismo y socavó
su ideología.
El auge del comercio propició el surgimiento de nuevas
tecnologías para los acuerdos contractuales. Comerciantes internacionales reconocieron
que la deuda de las personas tiene valor y que este puede ser intercambiado o
transferido. Cuando esos pagarés venían de fuentes con reputación podían ser
utilizados como una forma de dinero. Había surgido el Papel moneda.
Este
dinero no se basaba en materia prima o metales, sino en la promesa de alguien
de pagar. Familias comerciantes como los Medici, en el siglo XV en Florencia,
actuaban como casas de subasta para estos pagarés.
Los
comerciantes habían demostrado que el papel moneda podía ser tremendamente
rentable y hasta los orfebres quisieron entrar a la acción. Durante los siglos
XVI y XVII se accedía más fácilmente a las monedas de plata y oro, pero estas
monedas de metal precioso ya dejaban de usarse sólo entre individuos adinerados.
Cuando Europa se llena
de mercados, ferias, posadas y cafés de manera exponencial, se forja la edad
moderna, que trae grandes mejoras, pero también grandes problemas.
Globalización
y comercio
Con el mundo globalizado, los incentivos para el comercio,
especialmente marítimo, estaban garantizados, en esta fase de expansión y
conquista, los monopolios de la violencia también se vieron cuestionados, la
imprenta hizo posible no solo las reformas de la iglesia, sino también el
cuestionamiento de los poderes de las monarquías, y al igual que Roma, no
significó un beneficio para los campos circundantes. Ahora las monarquías
europeas significaron más un coste que un beneficio para el comercio con el
nuevo mundo.
Los
derechos de propiedad evolucionaron en acuerdos contractuales para el comercio.
La emergencia de nuevas técnicas comerciales y financieras conforman los
cambios asociados a la emergencia del capitalismo.
La
ética protestante sirvió de catalizador para dar origen al capitalismo. “…donde
el capitalismo ya existía adquirió mayores posibilidades, pero los individuos
no se hicieron capitalistas porque fuesen protestantes, ni protestantes porque
fuesen capitalistas. En una sociedad que se estaba convirtiendo ya en
capitalista, el protestantismo facilitó el triunfo de los nuevos valores” Max
Weber.
El
crecimiento de los ingresos no es sinónimo de la llegada del industrialismo. El
cambio a una sociedad industrial fue un evento megapolítico, no
medible directamente en las estadísticas de ingresos. De hecho, los
ingresos reales de la mayoría de los europeos cayeron durante los dos primeros
siglos de la era industrial. Sólo empezaron a aumentar en algún momento después
de principios del siglo XVIII, y no recuperaron los niveles de 1250 hasta
aproximadamente 1750. La Era Industrial comienza a finales del siglo
XV.
Fueron
las características industriales de la tecnología de los primeros tiempos,
incluyendo las armas de fuego y las imprentas, lo que precipitó el colapso del
feudalismo.
En el siglo XVIII se sumaron nuevas invenciones, que
potenciaron aún más la producción y aumentaron la recompensa de la violencia.
Las máquinas de vapor se adaptaron a la producción en masa y el sistema de
fábricas, ya presente, condujeron a ingresos exponencialmente más altos para
los productores. La producción tanto agrícola como de la naciente
industria se multiplicó, a la vez que disminuía el tiempo de producción. A
partir de 1800 la riqueza y la renta per capita se multiplicó
como no lo había hecho nunca en la historia. Lucas, Robert E. (2003).
Estas condiciones propiciaron el surgimiento de nuevas
formas de organización política, conformándose la idea de estado-nación en el
proceso,
que distó de ser una revolución instantánea, pues a pesar de que se produjeron
periódicamente estallidos revolucionarios (revuelta de Flandes, Revolución
inglesa, Revolución estadounidense, Revolución francesa, Revolución de 1820,
Revolución de 1830, REvolución de 1848), lo que tuvo lugar fue una evolución y
transformación lenta de las monarquías feudales.
Por otra parte, el
racionalismo ayudó a crear la idea del "ciudadano", en ella el
individuo reconoce al Estado como su ámbito legal. Sin embargo, los
límites y divisiones del poder que los estados-nación tendrían, no estaban
definidos y, establecer dichos límites y divisiones, aún hoy causan conflictos
a escalas de todo tipo.
Después
de la Revolución Francesa
La
Revolución Francesa dio lugar a un aumento del tamaño de los ejércitos, hecho
que demostró la fuerza de la estrategia democrática cuando aumentaba el retorno
a la violencia. Los gobiernos alcanzaron un acuerdo a partir de la Revolución
Francesa, proporcionar un grado de participación, sin precedentes, en las vidas
de la gente común, a cambio de fueran a las guerras, en lugar de los
mercenarios, y empezar a pagar una creciente carga de impuestos con sus
crecientes ingresos. La esfera del estado se expandió mucho más allá de su
núcleo militar y sus ciudadanos comenzaron a reclamarle una amplia gama de
protección, adjudicación, producción y distribución.
Las
asambleas legislativas nacionales ampliaron sus propios rangos mucho más allá
de la aprobación de los impuestos, se convirtieron en el blanco de las
reclamaciones de todos los grupos bien organizados, cuyos intereses el estado
afectaba o podía afectar. El gobierno directo y la política nacional de masas
crecieron juntos, y se reforzaron mutuamente de manera poderosa.
La
misma lógica que se aplicó en el siglo XVIII se mantuvo hasta 1989, cuando cayó
el Muro de Berlín. A medida que la Era Industrial avanzaba, los ingresos por
trabajo no cualificado continuaron aumentando, haciendo de la democracia de
masas un método aún más efectivo para optimizar la extracción de recursos. Como
resultado, el gobierno creció y creció, agregando cerca de 0.5 por ciento a sus
reclamos totales de ingresos anuales en el país industrial promedio durante el
siglo XX.
Durante
la era industrial anterior a 1989, la democracia surgió como la forma de
gobierno más eficaz desde el punto de vista militar, precisamente porque la
democracia dificultaba o imposibilitaba la imposición de límites efectivos a la
apropiación de recursos por parte del Estado. La generosa provisión de
beneficios sociales, invitó a la mayoría de los votantes a convertirse, en
empleados del gobierno. Situación que se convirtió en la característica
política predominante de los principales países industrializados, porque los
votantes estaban en una posición débil para controlar eficazmente al gobierno
en su papel de clientes del servicio de protección. No sólo se enfrentaban a la
agresiva amenaza de los sistemas comunistas, que podían producir grandes
recursos para fines militares, ya que el Estado controlaba toda la economía,
sino que el verdadero control del gobierno por parte de los contribuyentes era
también impracticable.
Millones
de ciudadanos promedio no pueden trabajar juntos de manera efectiva para
proteger sus intereses. Debido a que los obstáculos a su cooperación son altos,
y el retorno a cualquier individuo por defender con éxito los intereses comunes
del grupo es mínimo. Millones de ciudadanos comunes no tendrán tanto éxito en
la retención de sus bienes del gobierno como lo tendrán los grupos más pequeños
con incentivos más favorables. Por lo tanto, en igualdad de condiciones, se
esperaría que una mayor proporción de los recursos totales fuera requisada por
el gobierno en una democracia de masas que en una oligarquía, o en un sistema
de soberanía fragmentada donde los magnates ejercían el poder militar y
desplegaban sus propios ejércitos, como lo hacían en todas partes de la Europa
de principios del siglo XVIII.
Una
razón crucial para el crecimiento de la democracia en el mundo occidental, es
la importancia relativa de los costos de negociación, en un momento en que
aumentaban los retornos a la violencia. Siempre fue más costoso obtener
recursos de unos pocos que de muchos. Un grupo de ricos de élite, relativamente
pequeño, representa un cuerpo más coherente y eficaz que una gran masa de ciudadanos.
El pequeño grupo tiene mayores incentivos para trabajar juntos. (Mancur Olson, 1965).
Con
una toma de decisiones democrática, el Estado-nación podría ejercer el poder de
manera mucho más completa sobre millones de personas, que no podrían cooperar fácilmente
para actuar colectivamente en su propio nombre. Mientras, un número mucho
menor, podría superar más fácilmente las dificultades organizativas de la
defensa de sus intereses concentrados. La democracia tenía la ventaja aún más
convincente de crear una norma de decisión legitimadora, que permitía al Estado
aprovechar los recursos de los ricos, sin tener que negociar directamente su
permiso. En resumen, la democracia como mecanismo de decisión se ajustaba bien
a las condiciones megapolíticas de la Era Industrial.
La
democracia complementa al Estado-nación porque facilita la concentración del
poder militar en manos de quienes lo dirigían, en un momento en que la magnitud
de la fuerza ejercida, era más importante que la eficiencia con la que se movilizaba.
Esto se demostró de manera decisiva con la Revolución Francesa, que elevó la
magnitud de la fuerza militar en el campo de batalla. A partir de entonces,
otros Estados-nación competitivos no tuvieron más remedio que converger en una
organización similar, con una legitimidad vinculada en última instancia a la
adopción de decisiones democráticas.
LA
VIDA Y LA MUERTE DEL ESTADO-NACIÓN
Luego
de la conformación del Estado-nación, logró perfeccionar el nivel de monopolio
que el estado ejercía sobre la coerción en las zonas donde se estableció por
primera vez, las hizo más pacíficas internamente y más formidables militarmente
que cualquier otra soberanía hubiera visto antes.
El
Estado utilizó los recursos extraídos a una población desarmada, para aplastar
a los depredadores de pequeña escala. El estado-nación se convirtió en el
instrumento más exitoso de la historia para confiscar recursos. Su éxito se
basó en su capacidad superior para extraer la riqueza directamente de sus
ciudadanos, que ahora tenían un ingreso per cápita mayor al que tuvieron en
toda la historia.
La
caída del Muro de Berlín fue más que un símbolo visible de la muerte del
comunismo. Fue una derrota para todo el sistema mundial de estados-nación y un
triunfo de la eficiencia y los mercados.
Creemos
que la caída del Muro de Berlín en 1989 culmina la era del Estado-nación, una
peculiar fase de doscientos años de historia que comenzó con la Revolución
Francesa.
Los
grandes acontecimientos de 1989 marcaron la muerte del comunismo y la
afirmación del control de las fuerzas del mercado sobre el poder de coerción
masivo. Esas dos revoluciones, con exactamente doscientos años de diferencia,
definen la era en la que el estado-nación predominó en el sistema de la Gran Potencia.
Las Grandes Potencias, a su vez, dominaron el mundo, extendiendo o imponiendo
sistemas estatales incluso en el enclave tribal más remoto.
Control sin obstáculos
En un mundo cada vez más violento, los sistemas que predominaron a lo largo de cinco siglos de competencia fueron necesariamente los que facilitaron el mayor acceso a los recursos necesarios para hacer la guerra a gran escala.
¿Cómo
funcionó esto? En el caso del comunismo, la respuesta es obvia. Bajo el
comunismo, los que controlaban el estado controlaban casi todo. Si hubieras
sido ciudadano de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, la KGB podría
haberte quitado el cepillo de dientes si hubieran creído que era útil para sus
propósitos. Podrían haberte quitado los dientes. Según estimaciones creíbles
que se han hecho más creíbles desde la apertura de los antiguos archivos
soviéticos en 1992, la policía secreta y otros agentes del último Estado
soviético se llevaron la vida de 50 millones de personas en setenta y cuatro
años de gobierno.
El sistema socialista de Estado estaba en condiciones de movilizar todo lo que existía dentro de sus fronteras para sus militares, con pocas probabilidades de que alguien que viviera allí lo discutiera.
En el caso de las democracias occidentales, la historia es menos obvia, en parte porque estamos acostumbrados a pensar en la democracia, en marcado contraste con el comunismo. En términos de la Era Industrial, los dos sistemas eran de hecho grandes opuestos. Pero visto desde la perspectiva de la Era de la Información, los dos sistemas tenían más en común de lo que se podría sospechar.
Ambos
facilitan el control sin obstáculos de los recursos por parte del gobierno.
El
sistema socialista estatal se basaba en la doctrina de que el Estado era dueño
de todo. El Estado de bienestar democrático, en cambio, hace afirmaciones más
modestas y, por lo tanto, emplea incentivos superiores para movilizar una mayor
producción. En lugar de reclamar todo al principio, los gobiernos de Occidente
permiten a los individuos poseer propiedades y acumular riqueza.
La
ineficiencia, donde cuenta
Comparado
con el comunismo, el estado de bienestar era en realidad un sistema mucho más
eficiente. Pero comparado con otros sistemas de acumulación de riqueza, como un
genuino enclave de laissez-faire como el Hong Kong colonial, el estado de
bienestar era ineficiente. Una vez más, menos era más. Fue precisamente esta
ineficiencia lo que hizo que el estado de bienestar fuera supremo durante las
condiciones megapolíticas de la Era Industrial. Cuando
entiendes por qué, estás mucho más cerca de reconocer lo que la caída del Muro
de Berlín y la muerte del comunismo significan realmente. La misma
revolución megapolítica que mató al comunismo también puede
socavar y destruir los estados de bienestar democráticos tal como los hemos
conocido en el siglo XX
Para resumir, el estado-nación democrático tuvo éxito durante los dos últimos siglos por estas razones:
1.
Hubo un aumento de la violencia que hizo que la magnitud de la fuerza fuera más
importante que la eficiencia como principio rector.
2.
Los ingresos se elevaron lo suficiente por encima de la subsistencia como para
que el Estado pudiera recaudar grandes cantidades de recursos totales sin tener
que negociar con poderosos magnates capaces de resistir.
3.
La democracia demostró ser lo suficientemente compatible con el funcionamiento
de los mercados libres como para favorecer la generación de cantidades cada vez
mayores de riqueza.
4.
La democracia facilitó la dominación del gobierno por sus
"empleados", asegurando así que sería difícil reducir los gastos,
incluidos los militares.
5.
La democracia como regla de decisión demostró ser un antídoto eficaz para la
capacidad de los ricos de actuar de manera concertada para restringir la
capacidad del Estado-nación de gravar o proteger de otra manera sus activos de
la invasión.
En comparación con otros estilos de soberanía que dependían para su legitimidad de otros principios, como el gravamen feudal, el derecho divino de los reyes, el deber religioso corporativo, o las contribuciones voluntarias de los ricos, la democracia de masas se convirtió militarmente en la más potente porque era la forma más segura de reunir recursos en una economía industrial.
"La
nación, como comunidad culturalmente definida, es el valor simbólico más alto
de la modernidad; ha sido dotada de un carácter casi sagrado que sólo puede ser
igualado por la religión. De hecho, este carácter casi sagrado se deriva de la
religión. En la práctica, la nación se ha convertido en el sustituto moderno y
secular de la religión o en su aliado más poderoso. En los tiempos modernos,
los sentimientos comunales generados por la nación son muy apreciados y
buscados como base para la lealtad de grupo... El hecho de que el estado
moderno sea a menudo el beneficiario no debería ser sorprendente dado su poder
supremo" (JOSEP R. LLOBERA, 1994).
Lo
mismo puede decirse del nacionalismo, que se convirtió en un corolario de la
democracia de masa.
Los
Estados que podían emplear el nacionalismo descubrieron que podían movilizar
ejércitos más grandes a un costo menor. El nacionalismo fue un invento que
permitió a un estado aumentar la escala en la que era militarmente efectivo.
Como la política misma, el nacionalismo es en su mayor parte, un invento
moderno.
El
nacionalismo es tan anómalo como el propio Estado. "La idea de que un
gobierno debe gobernar legítimamente sólo sobre los ciudadanos de una sola
etnia comenzó a desarrollarse en Europa Occidental hacia el final de la Edad
Media" (William McNeill, 1986).
Con
el paso de la Era Industrial, las condiciones megapolíticas que
satisfacía la democracia están dejando de existir rápidamente. Por lo tanto, es
dudoso que la democracia de masas y el estado de bienestar sobrevivan mucho
tiempo en las nuevas condiciones megapolíticas de la Era de la
Información.
Pocos
han empezado a pensar en la incompatibilidad entre algunas de las instituciones
del gobierno industrial y la megapolítica de la sociedad
postindustrial. Sin embargo, independientemente de que estas contradicciones se
reconozcan explícitamente o no, sus consecuencias serán cada vez más evidentes
como ejemplos de fracaso político. Las instituciones de gobierno que surgieron
en el período moderno reflejan las condiciones megapolíticas de
hace uno o más siglos. La Era de la Información requerirá nuevos mecanismos de
representación para evitar la disfunción crónica e incluso el colapso
social.
Cuando
el Muro de Berlín cayó en 1989, no sólo señaló el fin de la Guerra Fría, sino
que también fue el signo externo de un terremoto silencioso en los cimientos
del poder en el mundo. Fue el final del largo período de aumento de los
regresos a la violencia. La caída del comunismo, que pronosticaron en Blood in
the Streets, no fue simplemente el repudio de una ideología. Fue el marcador
externo del desarrollo más importante en la historia de la violencia en los
últimos cinco siglos.
La
organización de la sociedad está obligada a cambiar para reflejar las
crecientes deseconomías de escala en el empleo de la violencia. Los límites
dentro de los cuales debe estar el futuro han sido redefinidos.
LA
MEGAPOLÍTICA DE LA ERA DE LA INFORMÁTICA
El
triunfo de la eficiencia sobre el poder
"...es
la información computarizada, no la mano de obra o la producción en masa, la
que impulsa cada vez más la economía de los EE.UU. y la que ganará las guerras
en un mundo conectado por 500 canales de televisión. La información
computarizada existe en el ciberespacio - la nueva dimensión creada por la
reproducción interminable de redes de computadoras, satélites, módems, bases de
datos y la Internet pública" –(NEIL MUNRO. 1995).
LA VULNERABILIDAD DE LA SOCIEDAD A LA VIOLENCIA
Hemos realizado el
recuento histórico sobre como los cambios en los modos de producción y de
organización social, se entrelazan históricamente con el ejercicio de la
violencia, que se aplicó y sigue aplicando, como modo se subsistencia y de
control de las sociedades.
La agricultura
introdujo un salto cuántico a la violencia y opresión organizadas.
Desde el principio, la violencia
se reflejó en las culturas más militantes de los pueblos agrícolas. Los dioses
de las primeras sociedades, eran dioses de las lluvias y las inundaciones,
cuyas funciones reflejaban las preocupaciones de esas sociedades por los
factores que determinaban los rendimientos de las cosechas. El emisor de la
lluvia o el agua era también a menudo el dios de la guerra, invocado por los
primeros reyes, que eran, sobre todo, señores de la guerra. (Norman Cohn, 1993).
La estrecha relación
entre la agricultura y la guerra se reflejó en la imaginación religiosa de las
personas cuyas vidas fueron transformadas por las innovaciones de la revolución
agrícola. Pero esta lógica de violencia estaba a punto de aumentar su escala.
El
historiador Will Durant habló de geopolítica de medio oriente
en los años 1100 a.c y dijo lo siguiente: “El cercano oriente en los años
de Nabucodonosor habría aparecido un océano en el que vastos enjambres de seres
humanos se movían en la agitación, formando y disolviendo grupos, esclavizando
siendo esclavizados, comiendo siendo comidos, matando o siendo asesinados sin
fin. Detrás y alrededor de los grandes imperios -Egipto, Babilonia, Asiria
y Persia- florecieron esta mezcla de pueblos entre nómadas y sedentarios:
Cimmerios, Cilicios, Capadocios, Bithynios, Ashkanios, Mysianos, Maedonios,
Carianos, Lycos, Pamphylios, Pisidios, Lycaonios, Filisteos, Amoritas,
Cananitas, Edomitas, Ammonitas, y otros cien pueblos, cada uno de los cuales se
consideraba el centro de la geografía y la historia, y se hubieran asombrado
ante el prejuicio ignorante de un historiador que los reduciría a un párrafo”
En
treinta o cuarenta años de violentos disturbios, la revolución feudal del año
1000, al igual que la caída del imperio romano, fueron eventos donde se aprecia
el triunfo de los mali homines (hombres malvados) y las
opresiones que ejercieron, reflejan perfectamente la vulnerabilidad esencial de
la sociedad agrícola hacia la violencia.
Las
invenciones y conflictos bélicos que se desarrollaron desde la revolución
industrial, constituyen acontecimientos de la transición tecnológica que hoy
estamos viviendo en tiempo real, la que los autores como Lord William Rees-Mogg
y James Dale Davidson llaman la era de la información.
Todos
los monopolios de la violencia, como la mayoría de los Estados premodernos,
carecían de la capacidad de obligar a adherirse al monopolio de la violencia,
pero ahora que los impuestos directos a los ciudadanos podían dar mayores
recompensas que los impuestos a la producción las masas adquirieron una
importancia dramática y ello llevó a los especialistas en violencia a ver más
recompensas en manipularlas de lo que nunca antes hubo en la historia.
Los
Estados han sido la norma durante los últimos doscientos años del período
moderno. Siempre han dependido de condiciones megapolíticas extraordinarias
para su viabilidad. Antes del período moderno, la mayoría de los estados eran
"despotismos", sociedades agrícolas que dependían del control de los
sistemas de producción para su supervivencia.
En
este periodo de doscientos años que duró el nacimiento y apogeo de los
estados-nación se desarrollaron y perfeccionaron tecnologías como el motor de
vapor, el motor de combustión interna, electricidad, automóviles, aviones,
computadoras, energía nuclear, internet, biotecnología, nanotecnología, y la
lista continúa. Cada una de ellas tiene repercusiones que alteraron
permanentemente la forma en la que vivimos, pero pocas implican un cambio
drástico en cuanto a la lógica de la violencia, desde la tesis de la megapolitica.
La
naturaleza de las armas de pólvora y el carácter de la economía industrial
crearon grandes ventajas de escala en la guerra. Esto condujo a un alto y
creciente retorno a la violencia. Como dijo el historiador Charles Tilly,
"Los estados que tenían los mayores medios coercitivos tendían a ganar
guerras. Sólo los grandes gobiernos con un mayor dominio de los recursos podían
competir en el campo de batalla.
En
lo que respecta a la caída del muro de Berlín y su repercusión real sobre el
ejercicio de la violencia, es que el muro significaba el triunfo del Estado
como principal vehículo para organizar la violencia en el mundo, no era una
cuestión de ideología. Era necesario por la lógica oculta de la violencia. Fue
un evento megapolítico, determinado no tanto por los deseos de los teóricos y
estadistas, o incluso por las maniobras de los generales, sino por la palanca
oculta de la violencia, que movió la historia de la manera en que Arquímedes
soñó una vez con mover el mundo.
Por
qué la Guerra Fría que llegó a la conclusión del sistema de la Gran Potencia
enfrentó a sus últimos contendientes, las dictaduras comunistas, contra los
estados de bienestar democráticos. Este tema ha sido tan poco examinado que en
realidad parecía plausible para muchos cuando un analista del Departamento de
Estado, Francis Fukuyama, proclamó "el fin de la historia" después de
la caída del Muro de Berlín. La entusiasta audiencia que su trabajo provocó dio
demasiado por sentado. Aparentemente ni el autor ni muchos otros se habían
molestado en hacer una pregunta fundamental: ¿Qué características comunes del
socialismo estatal y las democracias de estado de bienestar los llevaron a ser
los contendientes finales para la dominación mundial?
Este
es un tema importante. Después de todo, docenas de sistemas contendientes de
soberanía han ido y venido en los últimos cinco siglos, incluyendo monarquías
absolutas, enclaves tribales, príncipes-obispados, gobierno directo del Papa,
sultanatos, ciudades-estado y colonias anabaptistas.
La
mayoría de la gente se sorprendería al saber que una compañía de administración
de hospitales, con sus propias fuerzas armadas, podría gobernar un país durante
siglos. Sin embargo, algo muy parecido ocurrió. Durante trescientos años
después de 1228, los Caballeros Teutónicos del Hospital Santa María de
Jerusalén, más tarde unidos a los Caballeros de la Espada de Livonia,
gobernaron Prusia Oriental y varios territorios de Europa Oriental, incluyendo
partes de Lituania y Polonia. Luego vino la Revolución de la Pólvora. En
décadas, los Caballeros Teutónicos fueron expulsados como soberanos de todos
sus territorios y su Gran Maestro no tenía más importancia militar que un
campeón de ajedrez. ¿Por qué? ¿Por qué tantos otros sistemas de soberanía se
redujeron a la insignificancia mientras que la gran lucha por el poder mundial
al final de la Era Industrial vio a las democracias de masas alineadas contra
los sistemas socialistas de Estado?
La
razón por la que la gente recurre a la violencia es que a menudo la violencia
paga. En cierto modo, lo más simple que un hombre puede hacer si quiere dinero
es tomarlo. Eso no es menos cierto para un ejército de hombres que se apoderan
de un campo petrolero que para un solo matón que se lleva una cartera. El
poder, como escribió William Playfair, "siempre ha buscado el camino más
fácil hacia la riqueza, atacando a aquellos que lo poseían". El desafío a
la prosperidad es precisamente que la violencia depredadora se paga bien en
algunas circunstancias. Es precisamente el hecho de que la violencia paga lo
que hace difícil de controlar (James Dale Davidson y Lord William Rees-Mogg,
1993).
Por
todo lo expuesto, hacer dinero con Bitcoin resulta más pacífico.
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