Venezuela ¿Qué hacer?




En Venezuela la gente tiene hambre. El hambre es una política de estado para la dominación y perpetuarse en el poder. Niños y ancianos, especialmente, han muerto de inanición y no se llevan registros, registrarlos es riesgo de perder el trabajo. La moneda devaluada, el sueldo no alcanza ni para comer completo, la gente muere por falta de medicinas, los hospitales depauperados, sin insumos, ni mantenimiento de equipos indispensables, los trasplantados pierden la vida por falta de medicamentos necesarios, no hay antibióticos, ni anticancerígenos, ni antiretrovirales, la gente muere de paludismo, prolifera el sarampión, la difteria y hasta la tuberculosis, la sarna cunde, las aguas negras circulan por las calles, no hay agua potable, la luz se va, el internet es el más lento del mundo, el transporte colapsa por falta de repuestos para vehículos y el trato a los transeúntes más que descortés  y grosero, es inhumano. El país colapsa bajo la hiperinflación, la delincuencia, la corrupción y sus nuevas modalidades como el bachaquerismo, el tráfico de efectivo y la venta de lotería.

Los políticos no nos han dado la talla a los ciudadanos ni a la república, hundidos en su apetencia personal para acceder al poder olvidan el bien común, la democracia y la libertad. Apetencia personal mezquina y baja, tal vez pasable en la otrora Venezuela pujante, prospera y libre. Políticos forjados en democracia con sus vilezas humanas típicas, que no terminan de asumir que esas actitudes ya no corresponden a esta tortuosa situación, que solamente favorecen a la dictadura y su régimen, que es necesario dejar las ansias personales a un lado para enfrentar en bloque al enemigo que horada cada vez más la población, nuestros principios y valores democráticos.

Un régimen que cada día se inventa una para afianzarse más en el poder, para dar más palo a la oposición hasta casi anular sus actuaciones, invalidándolas al punto de hacerlas risibles, estériles, sin sentido, insuficientes para enfrentar al monstruo que nos tiene entre sus garras.

El pueblo se debate entre colas para comprar comida, colas de banco, colas de gasolina, sumido cada quien en su propia supervivencia particular, olvidando que quien está al lado o detrás suyo padece lo mismo. Se empujan, se insultan, se agreden, se irrespetan, se colean, se tropiezan, nadie pide permiso, por favor, nadie pide disculpas, ni da las gracias, ni saluda, solamente empujan. Si pueden descargar el peso que llevan sobre ti, lo hacen sin vergüenza, sin pedir permiso ni favor, si sus hijos molestan a otro, mejor, mientras no los molesten a ellos, el asunto es aligerar la propia carga, el otro no importa Perdimos la educación, el respeto, la solidaridad, la compasión, nos volvemos animales buscando el propio sustento, tratando de sobrevivir como mejor se pueda esta debacle que nadie imaginó nunca, que nadie vaticinó, ni vio venir jamás.

Los políticos solamente actúan pensando en futuras elecciones, pensando en votos, ven a las personas como votantes, sus problemas son el caldo que les animará a votar en las próximas elecciones, tal vez mientras más padezcan, mejor, así votarán por mí y no por el otro.

Todo el mundo habla mal del gobierno, el gobierno es ineficiente, no renunciará porque no es un gobierno digno, por el contrario, la ineficiencia es su estrategia de permanencia, el hambre es paradójicamente su alimento, gente necesitada esperando que el gobierno les dé aunque sea algo, ya sea el CLAP, o los 500 mil por haber votado o por sacar el Carnet de la Patria, o el bono navideño o el mendrugo de pan en que esa dádiva se convertirá.

Pan de hoy hambre de mañana, hambre de siempre. En las cárceles los presos también mueren de hambre y de enfermedad, a esos nadie los nombra, como tampoco nadie ya nombra los presos políticos, al General Vivas, habrá que hacerle una estatua a su honor cuando todo esto acabe, porque algún día acabará, aunque no sabemos cuándo. Todo parece eterno, sin fin, sin salida pronta, sin luz al final del túnel.

Y los que insistimos en quedarnos a luchar nuestro hermoso país, a crear conciencia, a sembrar ánimo y esperanza, tenemos que sacarla de nuestro interior y de mirar el cosmos, porque mirar alrededor no ayuda. Hay que cerrar los ojos y respirar profundo, mientras opositores inescrupulosos intentan una negociación más con el gobierno, por acá los niños desfallecen y hasta cadáveres de perros y gatos, muertos por hambre, ya se encuentran en las calles. La basura ha dejado de serlo pues a alguien le sirve de comida o de algo.

Comprar ya no es un deleite, es una odisea y a veces una tragedia. Es un horror salir a comprar lo que sea, por colas, porque no lo encuentras o por los precios, pero igual debes hacerlo. Vivir el horror diario de comprar lo que necesitas. Vivir el horror diario de tratar de conseguir dinero efectivo. Vivir el horror diario de esperar un bus o un taxi que te dirá “para allá no voy”, aunque tengas dinero para pagar. Ya los delincuentes roban es comida, pues es lo que más cuesta conseguir. Ya a la gente no le importa subirse a camiones de ganado con tal de subirse en algo para no irse a pie. Ya a la gente no le importa subirse a un bus dando codazos para apartar al que esta primero para poder entrar él. Ya a la gente no le importa nada, al punto que parece que no le importa Maduro, ni la Asamblea Nacional Constituyente, ni la hiperinflación, ni que el dólar sube sin parar, la gente solamente quiere poder subirse a un bus y encontrar comida.

¿Qué podemos hacer las personas que no buscamos votos, ni comida y que no nos dejamos caer en el torbellino de las colas, la escases y el torpedeo de unos políticos contra otros?, pero que si nos duele nuestro país y la situación de cientos de miles de venezolanos, la perdida de la democracia y la libertad y que sabemos que es posible construir la Venezuela que nos merecemos y es posible.

Podemos hacer mucho, en primer lugar animar al desanimado, escuchar, escucharnos, convertirnos en pañuelos de lágrimas, consolar, motivar, impulsar, hacerle sentir a la gente que no está sola, que todos pasamos lo mismo y que juntos además de apoyarnos podemos hacer la diferencia, afianzar aún más nuestros valores, rescatar nuestra educación, echar mano a la nobleza y la solidaridad, no temer decir a nuestros políticos que lo están haciendo mal, pues siempre existe el chantaje que si se critica a la oposición eso favorece al gobierno, quien se regodea de tales críticas que crean diferencias y división entre opositores. La unidad en la oposición es una farsa a la que se le ha caído la careta, de manera que ya no importa. Es importante que la sociedad civil haga sentir su parecer, su punto de vista, pues es definitivo que los políticos nos han quedado pequeños, no nos han dado la talla, de manera que necesitamos expresarnos para que ellos puedan orientar sus acciones. Ya la sociedad civil no espera mucho de los políticos tradicionales, más bien centra sus esperanzas en el surgimiento de nuevos liderazgos tan necesarios y sin las viejas mañas de los políticos de la democracia, que aún no aterrizan en la dictadura y por eso no la combaten o no saben cómo hacerlo.

No debemos andar cabizbajos, ni tener miedo de levantar la voz, señalar el mal, desenmascararlo es la única manera de combatirlo. El mal se ampara en la oscuridad y el silencio, hay que destaparlo y gritarlo para quitarle poder. No perder el ánimo porque aparentemente no cambia nada, cada día algo cambia, para bien o para mal, pero hay que tener claro que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”, los que no se han cansado algún día se cansaran. Debemos tener claro que cada quien tiene sus propios procesos y sus propios tiempos y por ello debemos llenarnos de paciencia y una fortaleza casi religiosa.

El gobierno nos necesita desesperanzados y esa razón debe ser suficiente para llenarnos de esperanza, no perder la alegría, ni la sonrisa ni mucho menos la buena educación. Necesitamos ser educados para contrarrestar tanta satrapía. Debemos ser todo lo contrario a lo que el gobierno es. No caer en las redes de las mafias, no comprar dinero efectivo, tratar de no hacer colas a menos que sea absolutamente necesario, comprar lo que hay y no ponerse a buscar desesperado lo que no hay, no tratar de solucionar el problema del día jugando lotería, pues al final perderás el poco dinero que tienes y te sentirás peor.

Estar claro que cada día que pasa todo estará más caro que ayer y asumirlo como la realidad que es, por lo que debes ser más organizado, pero sobretodo tener muy clara la conciencia que la culpa de todo es del gobierno y que tú necesitas cambiarlo, compartir esa conciencia con tus familiares, amigos y seres cercanos, la conciencia social es fundamental para enfrentar a un régimen dictatorial, de modo que es necesario que fortalezcas tu conciencia y la de la gente que conoces.

Conviértete en voz además de voto. En este momento la voz es más importante que el voto, pues las voces que se escuchan no es precisamente tu voz. Levanta tu voz para que sea la que se oiga.




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