Riolama Fernández
En
estos días la democracia
venezolana vive una crisis donde los derechos humanos más elementales son
violados. El derecho a la alimentación, la salud, la seguridad, vivienda digna,
educación libre, un sueldo digno, servicios públicos eficientes, donde día a día
se viola la libertad de expresión y se coarta la libertad de pensamiento. El
gobierno parece no estar conforme y ahora también roba de manera descarada los
derechos políticos de los venezolanos, se valió de maniobras para impedir el referéndum
revocatorio y aplaza de manera descarada la elección de gobernadores y por si
fuera poco, no solamente se conforma con
ignorar y hasta burlarse de la Asamblea Nacional electa por millones de
venezolanos con abrumadora mayoría, sino que mediante unas muy cuestionadas
sentencias emitidas por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) le atribuye al
presidente de la república las competencias que en la Constitución están establecidas
como roles de la Asamblea Nacional.
En medio de este caos socio-político donde la oposición,
de tradición democrática, aparece muy vulnerable ante un gobierno por demás irrespetuoso.
La oposición venezolana, por no estar acostumbrada a tanta capacidad de
irrespeto, siempre resulta noqueada y trastornada por el gobierno, parece que
siempre la agarra fuera de base y mientras se despabila ya el gobierno tiene
preparado el otro golpe.
Ante esta situación tan grave se espera que la
sociedad civil reaccione, salga a la calle a manifestar su descontento e
inconformidad con el gobierno y la violación de todos sus derechos, pero no lo
hace en la medida y magnitud que se requiere. El único líder de oposición que
tuvo voz de mando para hacer salir al pueblo, lo mando a su casa a cacerolear
desde allí y el otro que quiso abanderarse de una protesta netamente
estudiantil, terminó apresado de una manera muy cuestionable.
La gente ha llegado al punto de la apatía, sumergida
en vaivén del diario vivir, búsqueda de alimentos y medicinas que están escasos,
repuestos de carros que no hay, el agua que no llega a la casa, la luz que se
va, las bombonas de gas no se consiguen, el internet falla, el autobús no pasa,
el taxi cobra caro, los ancianos no cobran cesta tiquete, las colas en los
bancos para sacar cuatro lochas, para colmo hace calor porque a las ciudades les
han cortado los árboles, líderes que
pierden la credibilidad del pueblo ante tanto knockout que les da el gobierno.
Tanto padece el venezolano, que cuando se ha esperado que el pueblo salga
avasalladoramente a la calle, no lo ha hecho.
Hay una realidad, quienes mueven a la gente en los
barrios son los líderes con claras aspiraciones políticas, pero los partidos políticos
y sus líderes están guardando el dinero para época de elecciones. Estos líderes,
con la situación económica como está, no tocan su dinero para movilizar a nadie,
ellos mueven gente si es para ganar votos para ellos no para luchar por la democracia
en Venezuela, allí radica la falta de asistencia masiva a las convocatorias.
Los partidos ya no manejan tanto dinero por la crisis,
lo ahorran, lo guardan, lo miden y la verdad mucha gente en los barrios no se
mueve si no la van a buscar. Muy poca sociedad civil se auto-convoca, o se va
sola con sus propios medios, la mayoría quiere que la vayan a buscar.
Ahora bien, hasta qué punto los actores políticos que
quieren ser gobernadores, alcaldes u optar por algún cargo de elección popular,
merecen ser electos si se hacen la vista gorda ante la grave crisis que
actualmente vive la democracia en nuestro país.
Un claro ejemplo es el Estado Bolívar, donde hay por
lo menos 18 personas que quieren ser gobernador y muchos más quieren ser
alcaldes, la mayoría no asistió a la marcha del pasado 1 de abril convocada por
la oposición para pedir al gobierno la restitución del hilo democrático y
respeto a autonomía de la Asamblea Nacional, uno solo de ellos movió gente, el
otro que llegó, lo hizo solo, no llevó a nadie, los demás éramos la sociedad
civil que siempre autoconvoca y no somos muchos. Se de algunos que dicen
tajantemente que no van a gastar dinero en un acto en el que ellos “no van a
cobrar” votos. Y yo me pregunto y la democracia qué? No les importa el país?,
que se caiga a pedazos, que este gobierno se siga enquistando y acabando con el
aparato productivo como lo ha hecho, que siga regalando, despilfarrando y
robando nuestros recursos, que siga apresando inocentes, que siga violando
nuestros más elementales derechos día a día. Para eso ellos no van a mover
gente ni invertir recursos porque el protagonista no va a ser su candidatura
personal sino Venezuela.
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