Riolama Fernández
Luego de la ola de saqueos, actos vandálicos y
destrucción de más del 80% de los negocios comerciales de Ciudad Bolívar,
algunos movimientos sociales, líderes regionales e incluso el mismo estado, han
planteado la necesidad de abordar e implementar un plan de seguridad para que
retorne la paz y la tranquilidad de la ciudadanía, un plan de abastecimiento de
alimentos para Ciudad Bolívar, un plan de indemnización para que el sector
mercantil de la Ciudad se recupere y un plan de seguridad policial para que no
reine ni campee el hampa y le brinde seguridad a los ciudadanos. No obstante, estas
medidas necesarias y urgentes, requieren no dejar de lado lo realmente
importante y trascendente como los es el régimen de libertades, el estado de
derecho y los valores democráticos, lo cual pasa no solamente por el respeto a
la constitución y los derechos humanos sino también por un cambio urgente en el
sistema económico, que es, a la postre, la causa de todos los males que aquejan
a nuestra nación.
Es bien sabido que la implementación lenta y paulatina, pero consuetudinaria y sin
descanso, del denominado Socialismo del Siglo XXI, que no es más que un vulgar régimen
comunista al estilo cubano, que ha pretendido y logrado diezmar el aparato
productivo nacional, a través de diversas estrategias como las expropiaciones,
control de cambio de divisas y diversos controles estatales para someter al
empresariado a los dictámenes del gobierno, ha logrado que muchos empresarios
quiebren y se vayan del país y los pocos que quedan están sometidos al estado
venezolano.
Es obvio que el gobierno nacional no quiere
elecciones ni de gobernadores ni de alcaldes, ni de nada. Poco a poco se ha ido
haciendo de todos los poderes públicos que funcionan como un brazo político ejecutor,
entre ellos el Consejo Nacional Electoral (CNE) y el Tribunal Supremo de
Justicia (TSJ), este último dejando sin
efecto todas las actuaciones que adelanta la Asamblea Nacional, único órgano del
estado que intenta a duras penas levantar una voz democrática en el país, pero
a cada paso es acallada, vapuleada, avasallada y prácticamente sometida a los demás
poderes, sin que hasta la fecha haya podido salir del atolladero en que se
encuentra inmersa.
Sin dudas el gobierno nacional no tiene
intenciones democráticas, ni tampoco tiene pretensión alguna de abandonar el
poder, al cual se encuentra asido con garras, dientes uñas y pezuñas.
También es claro, que a los venezolanos nos
urge salir de este gobierno nefasto, el asunto es el cómo, ya que el
revocatorio se fue al traste de manera muy astuta e inteligente de parte del
gobierno nacional, fue afirmando que los lapsos no dan, aunque si daban, hasta
que finalmente el tema desapareció en una mesa de diálogo, que llegó a unos
acuerdos que luego pateó.
Vale recordar los acuerdos de la Mesa de
Diálogo 1.- Aceptación de ayuda humanitaria 2.- Libertad de presos políticos o políticos
presos 3.- Nombramiento de rectores del CNE, 2 por el gobierno, 2 por la
Asamblea nacional y uno independiente. Y Nombramiento de los nuevos magistrados
del TSJ. Asimismo, se planteó el tema electoral como 4to punto de unas
supuestas elecciones generales de las que ya nadie habla. En ese ínterin, los
gobernadores ya vencidos desde junio esperan una elección que supuestamente será
el año entrante juntamente con la de los alcaldes. Así las cosas, lo que se
vislumbra es que este gobierno seguirá hasta el final.
Qué corresponde a nosotros la sociedad civil?,
seguir insistiendo en la necesidad de cambio urgente, poner el pie en el
acelerador, precipitar acciones de parte del gobierno y de la oposición venezolana
que hasta la fecha no ha encontrado una manera adecuada de enfrentar a este férreo
y solido gobierno, básica y fundamentalmente porque el liderazgo se quedó chico
ante un gobierno bien asesorado y bien plantado, hay que decirlo aunque duela.
Los líderes de oposición cada uno muy ocupado en su propia proyección personal
dejando a un lado el bien más alto y supremo como lo es la democracia, la
libertad y el estado de derecho.
Los venezolanos ya sabemos que nuestro
liderazgo opositor nos quedó chico hace rato, debemos pues nosotros mismos
emerger de la oscuridad, salir de nuestras cúpulas de protección personal e ir
al encuentro de nuestro gran país, e impulsar desde el interior de cada uno de
nosotros el cambio que nos merecemos, con la claridad que lo urgente y lo que realmente
queremos es salir de este gobierno.
Mucho más allá de la necesidad de la bolsa del
CLAP, que la necesitamos, de la ayuda humanitaria, de los créditos para
recomponer nuestros negocios y nuestra vida cotidiana, más allá de cualquier
cosa cotidiana, necesitamos perentoriamente salir de este gobierno.
Sabemos que la satisfacción de las necesidades básicas
siempre están primero en la pirámide, pero si queremos salir de este gobierno
debemos voltear la tortilla, ya nada peor nos puede pasar y debemos ponernos
como meta primera salir de este gobierno y por último la satisfacción de
nuestras necesidades. Ya estamos pasando trabajo, pasemos un poco más de
trabajo y salgamos de esta situación, y hagamos de Venezuela lo que merece ser,
lo que nos merecemos todos.
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