LA INMEDIATEZ Y LA CULPA




                                                                                                   Riolama Fernández 


De los sucesos recientes, ocurridos en el Estado Bolívar, especialmente en Ciudad Bolívar, donde fueron saqueados, vandalizados y destruidos más del 80% de los negocios comerciales, quedan muchas interrogantes que se desprenden básica y fundamentalmente de la desazón de ver la ciudad  prácticamente en ruinas. Una de las más comunes es que como es posible que la gente haya saqueado caucheras, licorerías, ventas de repuestos y ferreterías, entre otros, como dando a entender que es comprensible los saqueos de comida por hambre pero que lo demás es codicia. Asimismo, algunos líderes de oposición y también personeros del gobierno, argumentan que los saqueos fueron planificados, por cuanto se dieron al mismo tiempo en varias partes de la Ciudad, e incluso, otros dicen que fueron promovidos por el mismo gobierno para someter más al pueblo a las dádivas del gobierno o que fueron las mafias del oro, o que fue el crimen organizado del narcotráfico y las FARC, y todo tipo de argumentos y conjeturas que intentan dar explicaciones a lo ocurrido.

A ese respecto es importante destacar que los fenómenos sociales son así, estallan  y tienen un efecto en cadena o de bola de nieve, que se va acrecentando cada vez más hasta que puede involucrar un gran número de personas como en efecto ocurrió,  ahora en esta época globalizada donde los medios de comunicación, el internet y la alta disponibilidad de líneas telefónicas en el común de la gente, aligeraron y proliferaron el proceso de saqueo por toda la ciudad.

Una vez saqueados los establecimientos de comida fueron por caucheras y ventas de repuestos de vehículos, ferreterías y demás, esta situación no debe extrañar especialmente porque en las turbas nadie piensa, lo que la caracteriza es la animalización, solamente juega el instinto no la razón. La gente cansada de hacer colas para todo, para conseguir baterías, cauchos y cualquier repuesto de vehículo, para todo, simplemente fue una reacción en cadena, que se fue desatando y que no pudo ser controlada por los cuerpos de seguridad del Estado, o se negaron a hacerlo en reconocimiento de su limitada capacidad y también en solidaridad con el pueblo, pues los entes del orden público también son pueblo y su familia también lo es.

Las personas juzgan al pueblo que saqueó la ciudad y destruyó sus negocios, sumiendo en ruinas casi toda la ciudad, las personas juzgan a la policía por no haber actuado y hasta robado, juzga a la Guardia Nacional porque en muchos casos se limitó a observar sin disparar.  En lo personal, yo agradezco que los efectivos del orden público, rebasados en su capacidad de acción por la fuerza social, por solidaridad o por miedo, o por identificación o por cualquier razón que tuvieran, no hayan disparado, pues hubiera ocurrido en Bolívar una masacre que ahora estaríamos lamentando mucho más que los bienes materiales que hoy lamentamos. No es hora de juzgar a nadie, es hora de comenzar a juzgar a los verdaderos responsables que son el gobierno y sus nefastas medidas económicas que han hundido al pueblo de Venezuela en una inmerecida miseria.

Lamento mucho que los actores políticos democráticos del país siempre se quedan en la inmediatez de las situaciones, buscando culpables en nuestro entorno inmediato, en lugar de apuntar y señalar debidamente a los únicos y verdaderos responsables de la crisis que vive Venezuela en materia económica, política y social, que no es otro que el gobierno nacional.

Lo ocurrido en Bolívar fue un fenómeno social como tantos han ocurrido en la historia. Los fenómenos sociales son así.  Estallan de repente y se apagan. Unos duran más que otros. Aquí lo que ha durado demasiado es el gobierno con sus malas y catastróficas políticas económicas que han diezmado la esperanza de muchas de esas personas que los pasados 16 al 18 de Diciembre salieron a protestar y a saquear en Bolívar.

Juzgar a las personas que saquearon neveras y televisores sobre las que saquearon harina y arroz o juzgar a los policías que agarraron cervezas sobre los que dispararon o dejaron de disparar es perder el tiempo, eso dejémoslo a quien corresponda. Nosotros los ciudadanos sabemos quién es el único culpable de nuestra desgracia, apuntemos hacia allá, señalémoslo, no perdamos nuestra perspectiva que solamente ha favorecido al gobierno.

El culpable de la desgracia de nuestro país es el gobierno nacional y hacia allá debemos dirigir nuestra artillería. No más dispersión de esfuerzo y energía, enfoquémonos y canalicemos nuestras acciones a salir de este gobierno lo más pronto posible.





Comentarios

  1. Excelente hermana coincido plenamente, Dios te bendiga tu inteligencia y sentido común.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario