Todo empezó como un simple acto de bruja que activa las antenas de la
curiosidad por el placer de enterarse, lo que suele parecer malévolo, pero no
va más allá de una travesura de niña pícara, que no obstante hace enfadar a
muchos.
El arte de grabar anécdotas en la piel, en los ojos, en los oídos, en las
manos, en los pies, las uñas y hasta en los cabellos. Las brujas son así,
capaces de volar con lo que sea, hasta con la imaginación, para grabar
impresiones que después usará en eso tan impráctico como es el saber.
Con su cualidad de caminar en la candela se acercó al propio lugar de los
acontecimientos, sin disfraz, con su don del camuflaje, en la fecha y hora
pautada en el Gran Teatro a hacer cola para ver al presidente de la República
Ilustrísima de Juguetelandia. Los
sindicalistas iban a entregarle un documento con las cláusulas
propuestas para la próxima contratación colectiva de los empleados públicos,
exigiendo un bono para compensar los atrasos del gobierno en cancelar los
pasivos laborales. Se suponía que no debían ir más de uno o dos representantes
de cada sindicato a nivel nacional, pero había una cola enorme que duró cinco
horas. La bruja hizo la cola correspondiente a las ciudadanas. Los nacidos en
ese país siempre fueron jugueterianos, pero con la elección del presidente
revolucionario, que vino a colocar cada cosa en su lugar, pues se clasificó el
asunto y se diferenciaron los jugueterianos de las jugueterianas y comenzaron a
hacerse colas de ciudadanos y ciudadanas
por separado. Aún cuando había dos colas, ambas eran interminables, pero la más
larga era la de las jugueterianas y la bruja se dio cuenta que en verdad en ese
país hay más mujeres que hombres o son las mujeres más participativas, pero
también se dio cuenta que las jugueterianas asistentes no eran representantes
sindicales sino activistas de agrupaciones llamadas “Círculos Ilustrísimos”,
todas las señoras tenían cicatrices severas en sus rostros, mujeres
relativamente jóvenes y fuertes con arrugas prematuras y cuerpos voluptuosos
maltratados por reiterados y prematuros partos. Las señoras nunca habían visto
a la bruja, que no llevaba en el pelo la cinta representativa con los colores
de la bandera nacional, además, como toda bruja, vestía de color oscuro, por
lo que la comenzaron llamar “demócrata, escuálida”, le gritaban “los demócratas
siempre han vivío bien” “golpista” “hubieran visto que en la masacre de Puente
Llano disparaban de abajo pa´ arriba. Para colmo la bruja tenía un cuerpo esbelto
y nada maltratado ya que era experta en esencias rejuvenecedoras, una mujer
guapa en una cola de feas es motivo de linchamiento verbal, pero emitió un
hechizo que las hizo amigables. El hechizo fue presentarse como una compañera
“ilustrísima”, se refirió al pueblo con el nombre del ilustrísimo, porque en
esos grupos el nombre del ilustrísimo era sagrado, así que callaron los
improperios solamente porque la consideraron de su círculo.
La bruja aprovechó esa consideración para poder pensar sin temor ¿cómo si
los marchantes bajo el puente disparaban de abajo hacia arriba, los muertos
eran de abajo y sobre el puente no hubo un muerto?. La bruja camuflada de
ilustrísima quiso comprender esta sin razón y se sentó con ellas para que le
contaran su versión, pero las señoras solamente repetían sin cesar “los
demócratas siempre han vivío bien” “nosotras nunca hemos tenío nada” “mis hijos
también estaban ahí y ellos dicen que disparaban de abajo pa´ arriba”, y la
bruja miraba como encandilaban a las doce del mediodía los aretes de 18
quilates marca Cartier que pendían de las orejas de la señora cara cortada que
declaraba “nosotros nunca hemos tenío nada”.
El teatro era un escenario digno de un gran actor y el presidente lo era.
Entró representando su papel de turno. Esta vez consistía en una pantomima con
la cual parecería que contaba con el apoyo de la representación sindical de
base del país. El acto fue televisado como todas sus apariciones públicas. Ya
dentro del teatro la bruja tomó asiento al lado de un empleado de la Alcaldía
de Juguete que tampoco era representante sindical sino integrante de los
círculos ilustrísimos, así, la bruja tratando de hablar con algún sindicalista
se fue cambiando repetidas de asiento, pero no había sindicalistas, solamente
empleados de distintas oficinas públicas enviados allí por sus jefes adeptos al
partido de gobierno.
En esos cambios de asiento la bruja estuvo con mujeres de los círculos de
muchos estados de la República Ilustrísima de Juguetelandia, especialmente de
donde había nacido el presidente, incluso estuvo sentada al lado de un gordo
que mientras el presidente hablaba, gritaba “Viva la Revolución” y la bruja no
entendía como en un acto donde los representantes sindicales del sector público
pedían reivindicaciones salariales, se encontraba lleno de gente que aclamaba
al presidente. Sucedió pues que los representantes sindicales a sabiendas que
ese acto era una pantomima más de Juguetelandia, es decir un acto político, no
se presentaron, y el teatro se llenó de círculos ilustrísimos, de manera que
audazmente el presidente se adueñó una vez más de otro poder, el de la
representación sindical de los trabajadores del sector público, que terminó
pidiendo mucho menos dinero y beneficios de los que habían acordado solicitar
los empleados en consenso previo.
No obstante el duro golpe económico que estaba dando a los empleados del
sector público, los círculos clamaban convencidos que ahora vivirían mejor. El
ambiente era de una esperanza fervorosa, confiaban en que estaban haciendo bien
dando gusto al presidente y que este luego les complacería satisfaciendo sus
humildes necesidades.
Los integrantes de los círculos era gente que no sabía de opulencias, por
eso se conformaban con poco, les bastaba que el presidente les tuteara llamándoles
por su nombre de pila y tal vez un poco de dinero para la infaltable curda del
fin de semana. Eso era bastante para alguien que nunca tuvo nada, como ellos
mismos decían: “nosotros nunca hemos tenío nada”.
Los habitantes se comportaban todos como mineros que se adentran en la
selva a buscar oro y se sienten ricos solamente con sentirlo entre sus manos
aunque ellos y su familia continúen en la miseria sin acceso siquiera a las
mínimas condiciones de salubridad, pero quién puede decir que no son ricos los
mineros, viven como quieren, con en el aire más puro del planeta todo para
ellos. Los que viven en grandes ciudades apuestan a las carreras de caballos y
juegan la lotería que diariamente reparte una gama de premios y se ha
constituido en uno de los negocios más rentables del país, y las calles tienen
huecos, la gente se expresa mal, bebe aguardiente hasta enloquecer y la riqueza
y la pobreza se confunden.
El río Orinoco divide a Juguetelandia en dos mitades, la parte Norte
antiguamente era mar, cuando emergió la plataforma continental se formó como
consecuencia del mar atrapado entre la tierra vieja y la tierra nueva. Por eso
el río tiene especies marinas, que se han transformado y son más pequeñas y
coloridas, está llenos de especies de flora y fauna únicas en el planeta, con
encantos y misterios propios de las antiguas tierras ubicadas al Sur.
En la parte Norte de Juguetelandia los jugueterianos cansados de que el
gobierno jugara con ellos, trataban de llegar a la casa presidencial en una
protesta solamente concebible en la mente de un niño. No en vano la generación
de los años 1960 y 1970 llamaban a las nuevas generaciones “Generación Boba”,
por eso que jamás tuvo que preocuparse por guerrillas, dictaduras, falta de
libertad y problemas económicos, también los llamaban “nuevos ricos”, “ricos
bobos” y en Miami se les tildaba de “Ta´barato dame dos”, por esa envidiable
situación de no tener que preocuparse por lo elemental ni siquiera de ir a
votar porque “qué fastidio hacer largas colas”. Fue muy fácil a los ansiosos de
poder lograrlo con una considerable abstención de opinión, pues los
jugueterianos estaban muy ocupados en jugar a la vida fácil.
Los jugueterianos se lanzaron a las calles como inocentes niños enfadados
cuando sintieron que le arrebataban su juguete preferido, la libertad. El
presidente era un actor pero no jugaba y armó a los círculos ilustrísimos para
impedir que los jugueterianos llegaran a la Casa desde donde se jugaba con el
pueblo. De esa manera, como en una película antigua, sin efectos especiales,
los círculos del gobierno arremetían con piedras, palos, bombas caseras y
ametralladoras del ejército, contra los jugueterianos, que no eran muñecos sino
seres humanos. “No pasarán” “No pasarán” les gritaban y los jugueterianos inocentemente
decían “Ni un paso atrás” “Ni un paso atrás”, mientras sus ojos, brazos y
piernas se desprendían de sus cuerpos como accesorios ajenos.
El Orinoco hace milenios era una barrera ecológica, con sus raudales y
peces caribes hacía inaccesibles a las antiguas tierras del Sur, que entrañan
todos los elementos de la tabla periódica, animales, plantas y sabiduría para
curar todas las enfermedades, nace allí el oxígeno con que respira el planeta
mientras otros países diezman sus
bosques, el agua del futuro de la vida permanece prístina e intocada. Con las
construcción del primer puente sobre el río para unir el Norte con el Sur de
Juguetelandia vino la producción de energía eléctrica, la explotación de hierro
y oro de más alto tenor, saques de madera, bauxita y cualquier cantidad y
variedad de piedras preciosas y semipreciosas, pero sobretodo el encuentro con
la belleza, y la chamana desde lo más oculto de la selva exhalaba como un
profundo pulmón “No pasarán” “No pasarán”, invocando las fuerzas majestuosas de
la naturaleza para proteger las riquezas.
La chamana rezaba:
-
El cielo es
verde, los árboles son altos que lo cubrieron de follaje, el canto de los
pájaros anuncia el amanecer y los mosquitos avisan que la noche se acerca,
porque no hay azul sino verde y la luna brilla como el sol a mediodía”.
-
“No podrán
pasar, no pasarán”
-
El cielo es
blanco, las nubes son densas y bajas y las cascadas abundan y son altas, el
agua de la tierra toca el cielo y la del cielo toca la tierra, hay bruma y es
brillante, encandilan los cuarzos y diamantes que manan de la tierra y saltan
como escamas de peces en las quebradas.
-
NO podrán pasar, no pasarán
-
El cielo es
rosado, el sol lanzó rayos y el río tiene su lecho de jaspe.
-
NO podrán
pasar, no pasarán.
-
El cielo es amarillo,
el sol se coló entre los árboles y alumbró la sabana, la tierra es dorada, los
mineros ríen con sus dientes de oro, solamente ante ellos se abre el sendero.
-
No podrán
pasar, no pasarán.
-
El cielo es
violeta, en mayo se aleja la sequía y se acercan las lluvias, las orquídeas
trepan las copas de los árboles, los apamates florean y el agua amatista inunda
los caminos.
-
No podrán
pasar, no pasarán.
-
El cielo es
azul, hay un claro en la selva de árboles pequeños, lejos el agua del Orinoco
es como el mar.
-
No podrán pasar, no pasarán.
-
El cielo es
naranja, las montañas de bauxita se confunden con soles de atardecer
-
No podrán
pasar, no pasarán
-
El cielo es
marrón como la piel y el guayuco de los indios, la lluvia lava los cerros, hay
galerías de tierra, el agua que corre por el camino llega al río.
-
No podrán
pasar, no pasarán.
-
El cielo es
negro, no se sabe si una oscura nube cubrió el sol o si es tiempo de no salir
la luna, los árboles viejos se fosilizan en troncos de azabache, hay ónix en la
quebrada, las montañas son de hierro, la tierra es fértil y los ríos
torrentosos, más allá del Orinoco la sangre de la tierra es de petróleo y el
espíritu del hombre es un escudo antiguo.
-
No podrán
pasar, no pasarán.
A Norte el petróleo, los llanos y el mar, al Sur todo lo demás. Los
jugueterianos defendiendo libertad y el actor con su plan para atrasar y
limitar más las mentes dirigiendo la atención a la satisfacción de las
necesidades básicas. “No pasarán”, gritaba mentalmente la Chamana desde las tierras
del Sur, pero el presidente coloca la primera piedra del Segundo Puente sobre el río,
tiró la línea eléctrica traspasando las fronteras del país y pretende un
continente unido a unos supuestos hermanos que miran con desdén a los niños
ricos bobos de Juguetelandia. “No pasarán” gritaban al Norte los círculos ilustrísimos tratando de detener el avance de los jugueterianos hacia la Casa
presidencial. “Ni un paso atrás” gritaban los jugueterianos que intentaban
tomar la Casa presidencial. “NI un paso atrás” gritaba el presidente al
impulsar su proyecto. La confusión llegó a ser de tal magnitud que el lenguaje
de los gobernantes y de los opositores se hizo idéntico.
El proyecto del presidente era una mezcla de razones revueltas con
sinrazones y esa mezcla no resultaba razonable al menos a la gente de
pensamiento lógico, pero el citado revoltillo se encontraba muy bien
estructurado dentro de la mente del presidente. En efecto era una mezcla de
teorías y discursos de personajes realmente antagónicos, pero que de una manera
singular encontraron, todos, cabida y aceptación en el pensamiento del
mandatario. Admiraba por igual a Fidel Castro, Mao, Saddan Husseein, Cipriano
Castro, Ezequiel Zamora, Simón Bolívar, Piar, Paez y Jesucristo. A ratos se
proclamaba demócrata, a ratos socialista, alababa a los militares pero los
degradó hasta la humillación, al extremo de acabar con la Fuerza Armada
Nacional y con su dignidad. Parecía gustarle todo excepto USA
y aquellos jugueterianos que con sacrificio, trabajo, y esfuerzo habían logrado
una calidad de vida óptima para un ser humano y no un juguete.
Parte de su proyecto consistía en desbaratar la economía de Juguetelandia
porque se sabía con el apoyo de los más pobres y pensaba que aumentando la
pobreza aumentaría su popularidad. Tal situación parecería absurda a cualquier
persona de otra parte, pero en Juguetelandia eso en efecto sucedía, mientras se
empobrecía el país más carismático se volvía el presidente, por esa patológica
necesidad de identificarse con algo. Pocos se identificaron con los que podían
adversar y enfrentar al presidente ya que por años hicieron costumbre prácticas
corruptas que iban en detrimento de la manera de jugar a la vida que tenían los
jugueterianos, por eso buena parte de la población veía en el lenguaje vulgar y
cotidiano del mandatario, una posibilidad de comprensión y solución a sus
problemas, sobretodo porque parecían chistes de vecindad sin mayor trasfondo
que hacer ameno el rato de la alocución presidencial.
Los jugueterianos solamente querían jugar a la vida fácil y entendieron
que con ese presidente no podrían, no porque fuera este más estricto o menos
corrupto sino porque el modelo que pretendía imponer no dejaba espacio a nada
que no fuera lograr absoluto poder, que él vendería al mejor postor a costa de
la capacidad de jugar y crecer de los niños ricos-bobos jugueterianos.
Las invocaciones de la Chamana a los más ocultos poderes de selva hicieron
aflorar el escudo antiguo en el espíritu de los jugueterianos, eso les dio
fuerza para atreverse a tomar la sangre negra que mana de las tierras del
Norte, con esta acción pretendieron dejar sin poder económico al presidente y
hacerle renunciar, pero todo Norte tiene un Norte y allí estaba el país odiado
del presidente, sediento de la sangre negra necesaria para verter la sangre
roja que lo llevaría a verter más sangre negra en lejanos y desconocidos
países.
La bruja en el Norte y la Chamana en el Sur, pero fue con un acto de magia
desconocido por los chamanes de la selva y por los brujos mestizos que el
presidente logró quitar a los jugueterianos el control de la sangre negra. Con
desconocidos poderes hizo manar más petróleo que nunca, que fue destinado a
transformarse en sangre roja en lejanos países de los que él se decía amigo. El
presidente nunca renunció, en cambio obtuvo más poder. Los jugueterianos
empezaron a dejar de jugar, pero unos pocos se percataron que la sangre negra
de su tierra se vertía roja en otros pueblos, mientras sus lenguas quedaban
sedientas ante el gran Orinoco.
El cielo es rojo como en solsticio de invierno, no es necesario nieve para
auroras boreales tropicales. El suelo es arcilla, el sol quema y el ánimo se
vierte en vasijas de barro. De barro es el hombre que hizo Dios. La tierra es
un círculo iniciado en un estallido. Los estallidos son rojos como la sangre
vertida de los hombres. Al final todo es inicio. Si, el cielo es rojo, dice la
bruja a la Chamana, mientras cruzaba el segundo puente sobre el río.
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