EL PAÍS DE JUGUETE




Riolama Fernandez
2002-2003
Todo empezó como un simple acto de bruja que activa las antenas de la curiosidad por el placer de enterarse, lo que suele parecer malévolo, pero no va más allá de una travesura de niña pícara, que no obstante hace enfadar a muchos.

 El arte de grabar anécdotas en la piel, en los ojos, en los oídos, en las manos, en los pies, las uñas y hasta en los cabellos. Las brujas son así, capaces de volar con lo que sea, hasta con la imaginación, para grabar impresiones que después usará en eso tan impráctico como es el saber.

 Con su cualidad de caminar en la candela se acercó al propio lugar de los acontecimientos, sin disfraz, con su don del camuflaje, en la fecha y hora pautada en el Gran Teatro a hacer cola para ver al presidente de la República Ilustrísima de Juguetelandia. Los  sindicalistas iban a entregarle un documento con las cláusulas propuestas para la próxima contratación colectiva de los empleados públicos, exigiendo un bono para compensar los atrasos del gobierno en cancelar los pasivos laborales. Se suponía que no debían ir más de uno o dos representantes de cada sindicato a nivel nacional, pero había una cola enorme que duró cinco horas. La bruja hizo la cola correspondiente a las ciudadanas. Los nacidos en ese país siempre fueron jugueterianos, pero con la elección del presidente revolucionario, que vino a colocar cada cosa en su lugar, pues se clasificó el asunto y se diferenciaron los jugueterianos de las jugueterianas y comenzaron a hacerse colas  de ciudadanos y ciudadanas por separado. Aún cuando había dos colas, ambas eran interminables, pero la más larga era la de las jugueterianas y la bruja se dio cuenta que en verdad en ese país hay más mujeres que hombres o son las mujeres más participativas, pero también se dio cuenta que las jugueterianas asistentes no eran representantes sindicales sino activistas de agrupaciones llamadas “Círculos Ilustrísimos”, todas las señoras tenían cicatrices severas en sus rostros, mujeres relativamente jóvenes y fuertes con arrugas prematuras y cuerpos voluptuosos maltratados por reiterados y prematuros partos. Las señoras nunca habían visto a la bruja, que no llevaba en el pelo la cinta representativa con los colores de la bandera nacional, además, como toda bruja, vestía de color oscuro, por lo que la comenzaron llamar “demócrata, escuálida”, le gritaban “los demócratas siempre han vivío bien” “golpista” “hubieran visto que en la masacre de Puente Llano disparaban de abajo pa´ arriba. Para colmo la bruja tenía un cuerpo esbelto y nada maltratado ya que era experta en esencias rejuvenecedoras, una mujer guapa en una cola de feas es motivo de linchamiento verbal, pero emitió un hechizo que las hizo amigables. El hechizo fue presentarse como una compañera “ilustrísima”, se refirió al pueblo con el nombre del ilustrísimo, porque en esos grupos el nombre del ilustrísimo era sagrado, así que callaron los improperios solamente porque la consideraron de su círculo.

 La bruja aprovechó esa consideración para poder pensar sin temor ¿cómo si los marchantes bajo el puente disparaban de abajo hacia arriba, los muertos eran de abajo y sobre el puente no hubo un muerto?. La bruja camuflada de ilustrísima quiso comprender esta sin razón y se sentó con ellas para que le contaran su versión, pero las señoras solamente repetían sin cesar “los demócratas siempre han vivío bien” “nosotras nunca hemos tenío nada” “mis hijos también estaban ahí y ellos dicen que disparaban de abajo pa´ arriba”, y la bruja miraba como encandilaban a las doce del mediodía los aretes de 18 quilates marca Cartier que pendían de las orejas de la señora cara cortada que declaraba “nosotros nunca hemos tenío nada”.

 El teatro era un escenario digno de un gran actor y el presidente lo era. Entró representando su papel de turno. Esta vez consistía en una pantomima con la cual parecería que contaba con el apoyo de la representación sindical de base del país. El acto fue televisado como todas sus apariciones públicas. Ya dentro del teatro la bruja tomó asiento al lado de un empleado de la Alcaldía de Juguete que tampoco era representante sindical sino integrante de los círculos ilustrísimos, así, la bruja tratando de hablar con algún sindicalista se fue cambiando repetidas de asiento, pero no había sindicalistas, solamente empleados de distintas oficinas públicas enviados allí por sus jefes adeptos al partido de gobierno.

 En esos cambios de asiento la bruja estuvo con mujeres de los círculos de muchos estados de la República Ilustrísima de Juguetelandia, especialmente de donde había nacido el presidente, incluso estuvo sentada al lado de un gordo que mientras el presidente hablaba, gritaba “Viva la Revolución” y la bruja no entendía como en un acto donde los representantes sindicales del sector público pedían reivindicaciones salariales, se encontraba lleno de gente que aclamaba al presidente. Sucedió pues que los representantes sindicales a sabiendas que ese acto era una pantomima más de Juguetelandia, es decir un acto político, no se presentaron, y el teatro se llenó de círculos ilustrísimos, de manera que audazmente el presidente se adueñó una vez más de otro poder, el de la representación sindical de los trabajadores del sector público, que terminó pidiendo mucho menos dinero y beneficios de los que habían acordado solicitar los empleados en consenso previo.


No obstante el duro golpe económico que estaba dando a los empleados del sector público, los círculos clamaban convencidos que ahora vivirían mejor. El ambiente era de una esperanza fervorosa, confiaban en que estaban haciendo bien dando gusto al presidente y que este luego les complacería satisfaciendo sus humildes necesidades.

 Los integrantes de los círculos era gente que no sabía de opulencias, por eso se conformaban con poco, les bastaba que el presidente les tuteara llamándoles por su nombre de pila y tal vez un poco de dinero para la infaltable curda del fin de semana. Eso era bastante para alguien que nunca tuvo nada, como ellos mismos decían: “nosotros nunca hemos tenío nada”.

 Los habitantes se comportaban todos como mineros que se adentran en la selva a buscar oro y se sienten ricos solamente con sentirlo entre sus manos aunque ellos y su familia continúen en la miseria sin acceso siquiera a las mínimas condiciones de salubridad, pero quién puede decir que no son ricos los mineros, viven como quieren, con en el aire más puro del planeta todo para ellos. Los que viven en grandes ciudades apuestan a las carreras de caballos y juegan la lotería que diariamente reparte una gama de premios y se ha constituido en uno de los negocios más rentables del país, y las calles tienen huecos, la gente se expresa mal, bebe aguardiente hasta enloquecer y la riqueza y la pobreza se confunden.

 El río Orinoco divide a Juguetelandia en dos mitades, la parte Norte antiguamente era mar, cuando emergió la plataforma continental se formó como consecuencia del mar atrapado entre la tierra vieja y la tierra nueva. Por eso el río tiene especies marinas, que se han transformado y son más pequeñas y coloridas, está llenos de especies de flora y fauna únicas en el planeta, con encantos y misterios propios de las antiguas tierras ubicadas al Sur.

 En la parte Norte de Juguetelandia los jugueterianos cansados de que el gobierno jugara con ellos, trataban de llegar a la casa presidencial en una protesta solamente concebible en la mente de un niño. No en vano la generación de los años 1960 y 1970 llamaban a las nuevas generaciones “Generación Boba”, por eso que jamás tuvo que preocuparse por guerrillas, dictaduras, falta de libertad y problemas económicos, también los llamaban “nuevos ricos”, “ricos bobos” y en Miami se les tildaba de “Ta´barato dame dos”, por esa envidiable situación de no tener que preocuparse por lo elemental ni siquiera de ir a votar porque “qué fastidio hacer largas colas”. Fue muy fácil a los ansiosos de poder lograrlo con una considerable abstención de opinión, pues los jugueterianos estaban muy ocupados en jugar a la vida fácil.

 Los jugueterianos se lanzaron a las calles como inocentes niños enfadados cuando sintieron que le arrebataban su juguete preferido, la libertad. El presidente era un actor pero no jugaba y armó a los círculos ilustrísimos para impedir que los jugueterianos llegaran a la Casa desde donde se jugaba con el pueblo. De esa manera, como en una película antigua, sin efectos especiales, los círculos del gobierno arremetían con piedras, palos, bombas caseras y ametralladoras del ejército, contra los jugueterianos, que no eran muñecos sino seres humanos. “No pasarán” “No pasarán” les gritaban y los jugueterianos inocentemente decían “Ni un paso atrás” “Ni un paso atrás”, mientras sus ojos, brazos y piernas se desprendían de sus cuerpos como accesorios ajenos.

El Orinoco hace milenios era una barrera ecológica, con sus raudales y peces caribes hacía inaccesibles a las antiguas tierras del Sur, que entrañan todos los elementos de la tabla periódica, animales, plantas y sabiduría para curar todas las enfermedades, nace allí el oxígeno con que respira el planeta mientras  otros países diezman sus bosques, el agua del futuro de la vida permanece prístina e intocada. Con las construcción del primer puente sobre el río para unir el Norte con el Sur de Juguetelandia vino la producción de energía eléctrica, la explotación de hierro y oro de más alto tenor, saques de madera, bauxita y cualquier cantidad y variedad de piedras preciosas y semipreciosas, pero sobretodo el encuentro con la belleza, y la chamana desde lo más oculto de la selva exhalaba como un profundo pulmón “No pasarán” “No pasarán”, invocando las fuerzas majestuosas de la naturaleza para proteger las riquezas.

 La chamana rezaba:


-          El cielo es verde, los árboles son altos que lo cubrieron de follaje, el canto de los pájaros anuncia el amanecer y los mosquitos avisan que la noche se acerca, porque no hay azul sino verde y la luna brilla como el sol a mediodía”.

 -          “No podrán pasar, no pasarán”

 -          El cielo es blanco, las nubes son densas y bajas y las cascadas abundan y son altas, el agua de la tierra toca el cielo y la del cielo toca la tierra, hay bruma y es brillante, encandilan los cuarzos y diamantes que manan de la tierra y saltan como escamas de peces en las quebradas.

 -           NO podrán pasar, no pasarán

-          El cielo es rosado, el sol lanzó rayos y el río tiene su lecho de jaspe.

-          NO podrán pasar, no pasarán.

-          El cielo es amarillo, el sol se coló entre los árboles y alumbró la sabana, la tierra es dorada, los mineros ríen con sus dientes de oro, solamente ante ellos se abre el sendero.

-          No podrán pasar, no pasarán.

-          El cielo es violeta, en mayo se aleja la sequía y se acercan las lluvias, las orquídeas trepan las copas de los árboles, los apamates florean y el agua amatista inunda los caminos.

-          No podrán pasar, no pasarán.


-          El cielo es azul, hay un claro en la selva de árboles pequeños, lejos el agua del Orinoco es como el mar.


-           No podrán pasar, no pasarán.


-          El cielo es naranja, las montañas de bauxita se confunden con soles de atardecer


-          No podrán pasar, no pasarán


-          El cielo es marrón como la piel y el guayuco de los indios, la lluvia lava los cerros, hay galerías de tierra, el agua que corre por el camino llega al río.


-          No podrán pasar, no pasarán.


-          El cielo es negro, no se sabe si una oscura nube cubrió el sol o si es tiempo de no salir la luna, los árboles viejos se fosilizan en troncos de azabache, hay ónix en la quebrada, las montañas son de hierro, la tierra es fértil y los ríos torrentosos, más allá del Orinoco la sangre de la tierra es de petróleo y el espíritu del hombre es un escudo antiguo.


-          No podrán pasar, no pasarán.


A Norte el petróleo, los llanos y el mar, al Sur todo lo demás. Los jugueterianos defendiendo libertad y el actor con su plan para atrasar y limitar más las mentes dirigiendo la atención a la satisfacción de las necesidades básicas. “No pasarán”, gritaba mentalmente la Chamana desde las tierras del Sur, pero el presidente coloca la primera piedra del Segundo Puente sobre el río, tiró la línea eléctrica traspasando las fronteras del país y pretende un continente unido a unos supuestos hermanos que miran con desdén a los niños ricos bobos de Juguetelandia. “No pasarán” gritaban al Norte los círculos ilustrísimos tratando de detener el avance de los jugueterianos hacia la Casa presidencial. “Ni un paso atrás” gritaban los jugueterianos que intentaban tomar la Casa presidencial. “NI un paso atrás” gritaba el presidente al impulsar su proyecto. La confusión llegó a ser de tal magnitud que el lenguaje de los gobernantes y de los opositores se hizo idéntico.

El proyecto del presidente era una mezcla de razones revueltas con sinrazones y esa mezcla no resultaba razonable al menos a la gente de pensamiento lógico, pero el citado revoltillo se encontraba muy bien estructurado dentro de la mente del presidente. En efecto era una mezcla de teorías y discursos de personajes realmente antagónicos, pero que de una manera singular encontraron, todos, cabida y aceptación en el pensamiento del mandatario. Admiraba por igual a Fidel Castro, Mao, Saddan Husseein, Cipriano Castro, Ezequiel Zamora, Simón Bolívar, Piar, Paez y Jesucristo. A ratos se proclamaba demócrata, a ratos socialista, alababa a los militares pero los degradó hasta la humillación, al extremo de acabar con la Fuerza Armada Nacional y con su dignidad. Parecía gustarle todo excepto USA y aquellos jugueterianos que con sacrificio, trabajo, y esfuerzo habían logrado una calidad de vida óptima para un ser humano y no un juguete.

Parte de su proyecto consistía en desbaratar la economía de Juguetelandia porque se sabía con el apoyo de los más pobres y pensaba que aumentando la pobreza aumentaría su popularidad. Tal situación parecería absurda a cualquier persona de otra parte, pero en Juguetelandia eso en efecto sucedía, mientras se empobrecía el país más carismático se volvía el presidente, por esa patológica necesidad de identificarse con algo. Pocos se identificaron con los que podían adversar y enfrentar al presidente ya que por años hicieron costumbre prácticas corruptas que iban en detrimento de la manera de jugar a la vida que tenían los jugueterianos, por eso buena parte de la población veía en el lenguaje vulgar y cotidiano del mandatario, una posibilidad de comprensión y solución a sus problemas, sobretodo porque parecían chistes de vecindad sin mayor trasfondo que hacer ameno el rato de la alocución presidencial.

Los jugueterianos solamente querían jugar a la vida fácil y entendieron que con ese presidente no podrían, no porque fuera este más estricto o menos corrupto sino porque el modelo que pretendía imponer no dejaba espacio a nada que no fuera lograr absoluto poder, que él vendería al mejor postor a costa de la capacidad de jugar y crecer de los niños ricos-bobos jugueterianos.

Las invocaciones de la Chamana a los más ocultos poderes de selva hicieron aflorar el escudo antiguo en el espíritu de los jugueterianos, eso les dio fuerza para atreverse a tomar la sangre negra que mana de las tierras del Norte, con esta acción pretendieron dejar sin poder económico al presidente y hacerle renunciar, pero todo Norte tiene un Norte y allí estaba el país odiado del presidente, sediento de la sangre negra necesaria para verter la sangre roja que lo llevaría a verter más sangre negra en lejanos y desconocidos países.

La bruja en el Norte y la Chamana en el Sur, pero fue con un acto de magia desconocido por los chamanes de la selva y por los brujos mestizos que el presidente logró quitar a los jugueterianos el control de la sangre negra. Con desconocidos poderes hizo manar más petróleo que nunca, que fue destinado a transformarse en sangre roja en lejanos países de los que él se decía amigo. El presidente nunca renunció, en cambio obtuvo más poder. Los jugueterianos empezaron a dejar de jugar, pero unos pocos se percataron que la sangre negra de su tierra se vertía roja en otros pueblos, mientras sus lenguas quedaban sedientas ante el gran Orinoco.

 El cielo es rojo como en solsticio de invierno, no es necesario nieve para auroras boreales tropicales. El suelo es arcilla, el sol quema y el ánimo se vierte en vasijas de barro. De barro es el hombre que hizo Dios. La tierra es un círculo iniciado en un estallido. Los estallidos son rojos como la sangre vertida de los hombres. Al final todo es inicio. Si, el cielo es rojo, dice la bruja a la Chamana, mientras cruzaba el segundo puente sobre el río.






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