Riolama Fernandez
El pensamiento político de Simón Bolívar, la ideología bolivariana, el alma de su acción, es profunda y definitivamente democrática. Solamente la democracia se compagina y corresponde con su sólido propósito de emancipación política, igualdad social, justicia económica, unidad americana, conciencia histórica y perfección moral. Cualquier otra fórmula es incompatible con el pensamiento y línea mental de Bolívar y con la proyección de su esfuerzo en todos los órdenes de lo social.
Las diversas definiciones de la democracia coinciden
que se trata de un “gobierno Republicano-Popular, decidido por la intervención
de la mayoría políticamente apta” y es precisamente este fundamento
teórico-político el que caracteriza a todos los gobiernos planificados por
Bolívar.
La idea de Bolívar es anterior a la de Lincoln
“Gobierno del pueblo, por el pueblo para el pueblo”, La propia noción de pueblo
gana en Bolívar una noción más elevada, a veces tergiversada, donde, el
concepto de igualdad es concebido como una igualdad de derechos a disfrutar de
los bienes, reconociendo y respetando siempre las diferencias individuales.
En el discurso de Angostura expresó: “Que los hombres
nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad”, pero también
reconoce las diferencias que existen entre cada individuo. La igualdad es
concebida como una igualdad política para disfrutar los bienes y derechos
sociales. “No todos los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de todos
los rangos, pues todos deben practicar las virtudes y no todos las practican,
todos deben ser valerosos y no todos lo son, todos deben poseer talentos y no
todos los tienen. De aquí viene la distinción efectiva que se observa entre los
individuos de la sociedad más libremente establecida”. Si el principio de la
igualdad política es reconocido, no lo es menos el de la desigualdad física y
moral. “La naturaleza hace a los hombres desiguales en genio, temperamento,
fuerzas y caracteres”. Las leyes corrigen estas diferencias porque colocan al
individuo en la sociedad para que la educación, la industria, las artes, los
servicios, las virtudes le den la igualdad política y social.
Bolívar sabía que la transición de un régimen
esclavista a una democracia cabal debía lidiar con el desconocimiento de los
organismos representativos y el atraso político. Este reconocimiento no mermó
ni desvirtuó la calidad sinceramente democrática de su pensamiento que aspiraba
llevar al plano de la perfección. El ejercicio de la soberanía corresponde a
ciudadanos aptos siendo el “saber y honradez, no dinero, lo que se requiere
para el ejercicio del poder público”, a su juicio “un hombre sin instrucción no
es precisamente un ciudadano” “la aclamación libre de sus conciudadanos, única
fuente legítima de todo poder humano”.
Un rasgo formal del poder democrático que Bolívar
sigue al igual que Aristóteles, Montesquieu y Locke, es la división de los
poderes “El poder debe ser dividido” Propone un gobierno orgánico, efectivo,
con diversos órganos entre los que exista un equilibrio que sirva de freno
mutuo y garantía común.
El gobierno concebido por Bolívar es un gobierno
democrático, republicano, popular, efectivo, sencillo, moderadamente fuerte,
capaz de sobreponerse a la anarquía y a la tiranía. Un gobierno con inspiración
civil, regido por verdaderos hombres de Estado, civiles, patriotas, respetuosos
de la institución armada a cuyo progreso propenderán en la medida de las
necesidades de la República.
Su ideal es una patria donde los militares,
consecuentes con la historia, cumplan la elevada tarea de su lealtad a la
virtud y al Derecho, lealtad a la República y al Porvenir.
Para Bolívar eran incompatibles las funciones
ejecutivas y legislativas. La posibilidad de que una misma persona pueda ser juez y parte va
contra la ética política. No puede un mismo sujeto servir funciones distintas
aunque sean para una misma finalidad pública.
En cuanto a la necesidad de tener un senado o Asamblea
diversa y plural dice: “Ya es un principio recibido en la política que tan
tirano es el gobierno democrático absoluto como un déspota, solo un gobierno
temperado puede ser libre”.
Un aspecto fundamental de la Democracia Bolivariana es
la alternabilidad en el ejercicio del poder. De manera que no pueden
considerarse ni llamarse bolivarianos quienes auspician y promueven la
reelección continuada o indefinida y el mantenimiento de un mismo individuo en
el poder por varias décadas. Una breve demostración de esto son los elocuentes
pensamientos extraídos de los discursos y cartas del Libertador:
“La
continuación de la autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el
término de los gobiernos democráticos”.
“Las repetidas elecciones son esenciales en los
sistemas populares porque nada es tan
peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder.
El pueblo se acostumbra a obedecerle y el se acostumbra a mandarlo, de donde se
origina la usurpación y la tiranía. Un justo celo es la Libertad
Republicana y nuestros ciudadanos deben temer con sobrada justicia que el mismo
magistrado que los ha mandado mucho
tiempo, les mande permanentemente”
“Nadie sino la mayoría es soberana. Es un tirano el
que se pone en el lugar del pueblo, y su potestad, usurpación”.
“Observareis
muchos sistemas manejar hombres, mas todos para oprimirlos, y si la costumbre
de mirar al género humano conducido por pastores de pueblos, no disminuye el
horror de tan chocante espectáculo, nos pasmaríamos al ver nuestra dócil
especie pacer sobre la superficie del globo como viles rebaños destinados a
alimentar a sus crueles conductores”
“Sólo la Democracia, en mi concepto, es susceptible de
una absoluta libertad; pero, ¿cuál es el gobierno democrático que ha unido a un
tiempo poder, prosperidad y permanencia?”
“Los códigos, los sistemas, los estatutos, por sabios
que sean, son obras muertas que poco influyen sobre las sociedades: ¡Hombres
virtuosos, Hombres patriotas, hombres ilustrados construyen repúblicas”
“Sin Moral republicana no puede haber gobierno libre”
“El que no está con la libertad puede contar con las
cadenas del infortunio y con la desaprobación universal”.
“Si los votos nacionales se han dignado llamarme de
nuevo a la presidencia del Estado, mi deber es someterme reverentemente a su soberanía, más también es mi obligación
resistir a la voluntad nacional cuando
ella infringe los preceptos de su propia conciencia y viola sus propias leyes.
El Pueblo Colombiano ha ordenado que ningún ciudadano le sirve a la presidencia
del Estado, más de ocho años. Yo he sido seis años Jefe Supremo y ocho presidente;
mi reelección por tanto es una manifiesta ruptura de las leyes fundamentales.”
Comentarios
Publicar un comentario