Desechos Nucleares



Desechos Nucleares


Riolama Fernàndez, Biol. M. Sc.

 

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) define como desechos nucleares o radiactivos a toda materia que contenga radionúclidos en una concentración superior a los valores permitidos en las normas de seguridad, establecidas por las autoridades competentes, y para la que no está previsto ningún otro uso.

 

Los radionúclidos son isótopos de un elemento químico que posee la propiedad de emitir radiactividad.

 

Los isótopos radiactivos tienen átomos inestables que se convierten en estables emitiendo radiaciones ionizantes peligrosas para la vida y la salud.

 

Las radiaciones ionizantes se producen cuando los átomos se transforman en iones, mediante el desprendimiento de su corteza electrónica (ionización). Los rayos X, gamma, partículas alfa, beta y neutrones, producen estas radiaciones.

 

Con la expansión de la industrialización, proliferaron las plantas de energía nuclear. A la par, las normas ambientales también evolucionaron. El desastre en las plantas nucleares Three Mile Island en Estados Unidos en 1979 y el de Chernobyl en 1986, hicieron que las políticas legislativas de protección, avanzaran hasta demandar más responsabilidades a las industrias, especialmente a aquellas que el público percibe como de alto riesgo.

 

Los materiales radiactivos tienen usos beneficiosos como la producción de energía eléctrica, diagnósticos médicos y tratamientos contra el cáncer y otras enfermedades. También, tienen aplicaciones en la industria, agricultura, arqueología, biología y muchas más, desconocidas para el común del colectivo.

La energía nuclear ofrece múltiples ventajas: es competitiva, segura, evita que se acaben las reservas de combustibles fósiles y no emite gas carbónico.

 

En Europa, es común la instalación de centrales nucleares para producir electricidad a partir de la energía térmica, generada por las reacciones de fisión en la vasija de un reactor nuclear. Se considera que esta manera de producir energía es limpia porque no emite Dióxido de Carbono (CO2) a la atmósfera, que es uno de los gases con efecto invernadero que aceleran el cambio climático. Sin embargo, la energía nuclear produce residuos a partir del material utilizado y, debido a lo ocurrido en Chernobyl, siempre preocupa la posibilidad de que ocurran accidentes o fugas.

 

Para que se produzcan desechos en las centrales nucleares, deben ocurrir fugas o explosiones.  

 

Una fusión o explosión en una instalación nuclear puede provocar que una gran cantidad de material radiactivo se libere al medio ambiente. Cualquier combustible o desecho vaporizado eventualmente volvería a caer por un fenómeno conocido como “lluvia radiactiva”.

 

Normalmente, en el ciclo operacional del combustible de las plantas nucleares, se generan desechos de uranio, pero son de baja actividad, aunque su promedio de vida es de larga duración.

 

Durante la recarga de combustible o mantenimiento, también se retiran componentes, sólidos activados con acero inoxidable que contienen Cobalto 60 y Níquel 63.

 

A pesar de los beneficios de la energía nuclear, también conlleva riesgos y problemas, el más preocupante es el almacenamiento de los desechos nucleares, para los que aún no se tiene una solución totalmente satisfactoria.

 

Hasta el momento, la solución aplicada para mitigar la contaminación por las radiaciones ionizantes, emitidas por los desechos radiactivos, son los cementerios nucleares, que son refugios donde se almacenan o confinan aquellos compuestos que por su naturaleza o por haber estado expuestos a una alta radiación, siguen y seguirán siendo potencialmente peligrosos durante mucho tiempo.

 

Según el Comité de Manejo de Desechos Radioactivos (CoRWM en sus siglas en inglés) la mejor solución, en términos de seguridad y protección al público y el medio ambiente, es enterrarlos.

 

Los métodos de almacenamiento para los desechos radiactivos varían desde el empleo de celdas de hormigón o de tierra para materiales de radiactividad elevada hasta simples estructuras refractarias contra las radiaciones de baja intensidad.

 

El destino de los desechos nucleares pasa por tres fases: tratamiento previo, tratamiento y acondicionamiento.

 

Durante el tratamiento previo se segregan, clasifican y separan los desechos contaminados de los no contaminados.  También se pueden reducir de tamaño, de ser necesario.

 

En el tratamiento se reduce el volumen al separar el componente radiactivo del grueso de los desechos, lo que a menudo modifica la composición. Existen diversas técnicas de procesamiento según la naturaleza de los desechos y los requisitos de aceptación del sitio de disposición final elegido. La incineración y la evaporación de desechos líquidos son dos técnicas habituales de tratamiento.

 

En el Acondicionamiento los desechos se procesan de forma segura, estable y manejable, para que puedan transportarse, almacenarse y someterse a la disposición final. Las técnicas de acondicionamiento están diseñadas para reducir la tasa de emisión de radionucleidos al medio ambiente. Incluye encapsulamiento o solidificación en cemento, bitumen o vidrio, o reenvasado en contenedores especiales.

 

El OIEA ayuda a los Estados Miembros a establecer un marco mundial de seguridad tecnológica y sostenible para la gestión de los desechos radiactivos. Trabaja para proteger a las personas, la sociedad y el medio ambiente de los efectos nocivos de la radiación ionizante, elaborando normas de seguridad para la disposición final. A través de su programa de cooperación técnica, envió una misión de expertos para asesorar y orientar en la recuperación de las fuentes radiactivas selladas en desuso de El Mochito, una mina subterránea de zinc y plata situada a unos 200 kilómetros al noroeste de la capital de Honduras, Tegucigalpa, que ha estado en funcionamiento desde 1948 y utiliza sondas nucleares para realizar mediciones de nivel y densidad.

 


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