Contaminación espacial
Riolama Fernandez, Biol. M. Sc.
Las exploraciones que el hombre ha realizado
hacia el espacio, en su intención de ampliar el conocimiento y averiguar si
estamos solos en el universo o si existen otros planetas con características
donde sea posible la vida, han traído como consecuencia la contaminación
espacial.
Dondequiera que va el hombre, allí genera
desperdicios, porque todas las actividades humanas producen contaminación,
incluso respirar, pues cuando respiramos exhalamos dióxido de carbono, de
manera que el espacio no es la excepción para quedar libre de basura.
Desde 1957, cualquier cantidad de cohetes,
naves y satélites han sido lanzados al espacio como parte del plan exploratorio
del hombre y, desde entonces, el Mando de
Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD), lleva registros de los desechos
que se generan en cada una de las misiones.
En los comienzos de la era espacial no se
previó la vida útil o duración de los cohetes, ni qué pasaría con ellos cuando
quedaran inactivos.
Actualmente, esos cohetes y satélites
desactivados o que colisionaron entre ellos constituyen la basura espacial.
Miles de fragmentos de cohetes y restos sin ninguna
utilidad, producto de colisiones, orbitan hoy alrededor de la tierra.
En agosto del año 2022, la Agencia Espacial
Europea (ESA) informó que más de 31 870 objetos de desechos, fueron
rastreados por sus redes de vigilancia espacial y que los mismos orbitan de
manera regular.
Los residuos espaciales tienen distintos
tamaños, algunos son indetectables, otros muy pequeños como una escama de
pintura y algunos pueden ser tan grandes como un automóvil. Sin embargo, el
tamaño no es el peligro, sino la velocidad en la que se mueven. Se calcula que
llevan una velocidad de más de 28.000 kilómetros por hora, por lo que
constituyen un auténtico peligro para futuras misiones y para las comunicaciones
terrestres.
Los organismos internacionales están tomando
cartas en el asunto. Por ejemplo, la Oficina de las Naciones Unidas para
Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA) ha alertado del problema y de la
necesidad de prevenir. La Asamblea General de la ONU ha aprobado lineamientos
para mitigar los posibles daños. Mientras, la ESA ejecuta un programa de
información de riesgos.
La basura espacial se puede clasificar de la
siguiente manera:
· Fragmentos de satélites. Son el resultado de colisiones de los satélites o de su deterioro. Como su tiempo de vida útil es limitada, sus baterías se agotan o dañan, entonces quedan orbitando en el espacio. En un principio, se creyò que se destruirían al entrar en contacto con la atmosfera terrestre, sin embargo, esto no suele ocurrir, especialmente en órbitas altas.
·
Restos de
cohetes y de sus etapas, empleadas en poner en órbita misiones espaciales, así
como también fragmentos resultantes de su deterioro o de colisiones sufridas. Pueden
explotar por los restos de combustible que contienen, creando miles de
fragmentos más.
·
Herramientas u
objetos perdidos en las misiones: tornillos, cables, cámaras, entre otros.
Los desechos espaciales se pueden clasificar
también de acuerdo a su tamaño:
· Objetos menores a 1 cm: se estima que hay cientos
de millones de fragmentos indetectables.
·
Objetos que
miden entre 1 a 10 cm: hay cientos de miles en órbita.
· Objetos mayores a los 10 cm: constituyen
herramientas perdidas en misiones, incluso satélites inactivos.
Riesgos de la contaminación espacial
El combustible presente
en las etapas de los cohetes explota causando fragmentación de diferentes
tamaños, pero los mayores riesgos vienen de los fragmentos más pequeños o micro
meteoritos, como escamas de pintura o gotas de anticongelante solidificado, capaces
de dañar las placas solares de los satélites activos. Asimismo, el combustible
sólido, que flota en el espacio como residuo y es inflamable, puede causar
contaminación atmosférica en caso de explosión.
Las pilas nucleares con
material radiactivo de algunos satélites, pudieran ser altamente contaminantes
si retornaran a la Tierra.
No obstante, la mayor
parte de la basura espacial que entra en la atmósfera se destruye por el calor
de la reentrada. En ocasiones excepcionales, los fragmentos de mayor tamaño han
alcanzado la superficie terrestre y causado daños considerables.
Soluciones para la contaminación espacial
El fin último debiera ser que no exista
contaminación a nivel del espacio. Sin embargo, las soluciones hasta ahora
propuestas están orientadas a proteger los satélites activos en órbita y no a
disminuir la generación de basura espacial, pues las estrategias son utilizar
escudos Whipple, que es una capa exterior que protege las paredes de las naves
activas, de posibles impactos.
Algunas iniciativas propuestas son las
siguientes:
1. Diseñar los nuevos satélites para que realicen órbitas
elípticas con perigeos dentro de la atmósfera terrestre, lo que facilitaría que
se destruyan con el tiempo.
2. Programar satélites para que salgan de la
órbita al final de su vida útil y se destruyan al entrar en contacto con la
atmósfera.
3. Eliminar las fuentes de energía del satélite, de
modo que, aunque su cuerpo permanezca en órbita, habría menos riesgo de que
explote. Lo mismo se aplica a las etapas de los cohetes.
4. Construir cohetes que regresan intactos a la tierra,
como los empleados por la compañía aeroespacial de Elon Musk.
5. Frenar los fragmentos vaporizando su superficie
con un láser de alta potencia, lo que hace que frenen y caigan.
6. Recolectar o eliminar desechos espaciales con la ayuda de robots, redes, cuerdas electromagnéticas o rayos láser. Por ejemplo, la ESA diseña un satélite para limpiar el espacio.
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