El
régimen del General Juan Vicente Gómez es recordado como la dictadura mas
férrea que ha sufrido Venezuela. Fue represivo con sus opositores, no sólo con
las personas en contra de su gobierno, sino también con todo aquel que lo
cuestionara. Los recluía en cárceles inhabitables y muchos presos cumplieron su
condena realizando trabajos forzados. Intervino y cerró la Universidad Central
de Venezuela por un periodo de diez años, sumiendo al país en un atraso
educativo enorme. Durante todo el período gomecista, los gobernantes se
entrometieron en los asuntos de la Iglesia. Sin embargo el gobierno y los
eclesiásticos empezaron a hacer arreglos y concesiones mutuas que fueron
abriendo paso a un progresivo desuso de la Ley del Patronato, y a ir dejando de
lado los prejuicios anticlericales reinantes en la época guzmancista y
castrista, y a reconocer en la Iglesia Católica una fuerza social necesaria
para la construcción del país, especialmente en el ámbito educativo.
Durante,
el régimen gomecista la imagen de la iglesia era poco significativa y con
escaso atractivo en la juventud por lo poco comprometida en lo social. También
era pobre y dependiente a causa de la supresión de los diezmos y la incautación
de bienes. La jerarquía eclesial centraba sus preocupaciones en sus problemas
intra eclesiales y dependía de las decisiones de Roma, tal vez como un modo de
supervivencia y de cierta independencia del régimen gomecista. Este hecho
dificultó la normal autonomía de la Iglesia local, que se interiorizó y todavía
permanece en la Iglesia venezolana, la cual necesita de las directrices romanas
para avalar las decisiones de competencia regional.
Juan Vicente Gómez mantuvo una postura ambigua con respecto a la iglesia, no la persiguió pero tampoco la apoyó, tal ambigüedad se manifestó en las constituciones de Venezuela, que mantuvieron las garantías de libertad de reunión y libertad religiosa hasta 1914, cuando Gómez va a afianzarse en el poder, se aprueba un Estatuto Constitucional en el cual se insertan las leyes de 1837 y de 1874, contra la vida religiosa. Con su férreo y primitivo control se terminaron las libertades públicas y asumió la ley del Patronato con la misma rigidez con que asumió todo el mando político y controló drásticamente todos los aspectos de posible injerencia del clero en los asuntos de su gobierno.
Juan Vicente Gómez mantuvo una postura ambigua con respecto a la iglesia, no la persiguió pero tampoco la apoyó, tal ambigüedad se manifestó en las constituciones de Venezuela, que mantuvieron las garantías de libertad de reunión y libertad religiosa hasta 1914, cuando Gómez va a afianzarse en el poder, se aprueba un Estatuto Constitucional en el cual se insertan las leyes de 1837 y de 1874, contra la vida religiosa. Con su férreo y primitivo control se terminaron las libertades públicas y asumió la ley del Patronato con la misma rigidez con que asumió todo el mando político y controló drásticamente todos los aspectos de posible injerencia del clero en los asuntos de su gobierno.
No obstante, el
proceso restaurador de la Iglesia venezolana durante este período fue evidente.
En pocas décadas apareció una institución, si no tan fuerte ni prestigiosa como
otras en Latinoamérica, sí con capacidad y altura suficiente. De una situación eclesial de postración,
marginación y poca influencia en la sociedad, se pasó a una Iglesia que había
logrado reimplantarse, recuperando un puesto y prestigio social considerable.
Uno de los principales logros de la iglesia durante el período gomecista fue la
Renovación de la vida religiosa, con el regreso de la mayor parte de las
Ordenes y Congregaciones, gracias a la labor persistente de los obispos, clero
y seglares ante los Jefes de Estado.
La
Iglesia tomó fuerza e influencia social gracias a las Conferencias Episcopales,
la prensa, la fundación de ocho congregaciones venezolanas, la Ley de Misiones,
la entrada al país de numerosas congregaciones extranjeras tanto masculinas
como femeninas, dedicadas fundamentalmente a la enseñanza, la caridad y a la
creación de nuevas diócesis. Se destacan las figuras de los representantes
pontificios (nuncios) y la del arzobispo de Caracas, Monseñor Juan Bautista
Castro, que ejerció una influencia predominante.
Sin
embargo, el largo período despótico de Juan Vicente Gómez repercutió en la
Iglesia de manera negativa, la cual tuvo que reconocer su debilidad y sus
desventajas, retirarse del campo político y renunciar a asumir una posición en
contra de los desmanes, arbitrariedades y crueldades del régimen, para
reducirse simplemente a la acción pastoral y ministerial, lo cual tal vez
pudiera interpretarse como una postura cómoda, no comprometida con lo social, o
tal vez de estratégica supervivencia propia, pues con Gómez no había muchas
posibilidades. Aún así, a la caída o muerte del Dictador, la iglesia había
logrado reinsertarse firmemente en la sociedad venezolana, utilizando la
plataforma sobre todo de la educación. En estas circunstancias, la Iglesia supo
sacar fuerzas de su flaqueza y solventar en cierta forma los puntos débiles de
su estructura. La Iglesia subsistió durante el período gomecista porque cedió
importantes cuotas de poder y asumió una actitud modesta y a juicio de otros
“complaciente”. Sin embargo, en una actitud cristiana, no renunció nunca a la
esperanza de posibilidad de reconstruirse. Podría entenderse que la Iglesia
venezolana hizo lo que pudo, durante un gobierno como el del General Juan
Vicente Gómez.
Uno
de los logros de la Iglesia durante las tres décadas del período gomecista, fue
que la increencia dejara de ser generalizada en los círculos cultos. Su
injerencia en el sistema educativo nacional tal vez debiera ser objeto de
estudio y observarse como una influencia subversiva soterrada, ya que son los estudiantes quienes van a ser la
principal oposición de Gómez, que de forma clandestina se organizan y fomentan
protestas en su contra. La más recordada de estas manifestaciones es la llevada
a cabo por el grupo conocido en la historia como la Generación del 28, de donde
surgieron los líderes que organizaron las nuevas agrupaciones políticas que
constituyeron el futuro e instrumentos de lucha política contra el gobierno de
Gómez.
Asimismo, las diversas Congregaciones
religiosas como salesianos, agustinos, maristas, jesuitas, lasallistas, etc.
que entraron a Venezuela durante el gobierno de Gómez todavía persisten en el
país en los mismos roles educativos que asumieron desde entonces. Las ordenes y
congregaciones femeninas que entraron al país se encargaron y todavía se
encargan de la mayoría de los hospitales, asilos y ancianatos, los cuales permanecen
en manos de la Iglesia con subsidios del Estado.
Paradójicamente,
aunque la Iglesia, por directrices de Roma, insistió mucho en la formación de
los católicos y en el conocimiento de la doctrina, una gran mayoría de los
miembros del clero estaban escasamente formados, asimismo, la catequesis llegó
a muy pocos estratos de la sociedad y, a pesar de que siempre hubo vocaciones
para la vida religiosa, el número no fue suficiente para cubrir las vacantes
por lo que se recurrió a sacerdotes provenientes de otros países. Todavía en
Venezuela, hubo y hay una gran escasez y deficiencia en los recursos humanos
para la educación de la fe y pudiera decirse que, hoy, una gran parte de la
población venezolana es católica más por costumbre o tradición que por
formación y conciencia.
En conclusión
diríamos que sería del todo injusto juzgar negativamente la actuación de la
Iglesia durante el gomecismo. Ella obró según la experiencia y ésta le decía
que pocos años atrás fue reducida casi a la nada por la acción de gobiernos
adversos. La estrategia que se trazó fue
coherente con las líneas impartidas por el Magisterio de la Iglesia Universal.
Los frutos fueron abundantes y provechosos, y la Iglesia recuperó en parte el
prestigio e incidencia social que tenía anteriormente. Otros aspectos de
renovación se quedaron en el intento, una cosa era planificar y otra llevarlo a
la práctica. Los cuadros en las diferentes áreas y niveles eclesiales eran muy
precarios y muchos deseos chocaron con la realidad deficiente de personas y medios. La Iglesia en Venezuela
continúa arrastrando carencias hasta el día de hoy y en algunos sectores
apostólicos se ve todavía el reflejo de sus limitaciones.
wd as
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