RELACIÓN IGLESIA-ESTADO DURANTE EL PERIODO GOMECISTA (1908-1935)



El régimen del General Juan Vicente Gómez es recordado como la dictadura mas férrea que ha sufrido Venezuela. Fue represivo con sus opositores, no sólo con las personas en contra de su gobierno, sino también con todo aquel que lo cuestionara. Los recluía en cárceles inhabitables y muchos presos cumplieron su condena realizando trabajos forzados. Intervino y cerró la Universidad Central de Venezuela por un periodo de diez años, sumiendo al país en un atraso educativo enorme. Durante todo el período gomecista, los gobernantes se entrometieron en los asuntos de la Iglesia. Sin embargo el gobierno y los eclesiásticos empezaron a hacer arreglos y concesiones mutuas que fueron abriendo paso a un progresivo desuso de la Ley del Patronato, y a ir dejando de lado los prejuicios anticlericales reinantes en la época guzmancista y castrista, y a reconocer en la Iglesia Católica una fuerza social necesaria para la construcción del país, especialmente en el ámbito educativo.

Durante, el régimen gomecista la imagen de la iglesia era poco significativa y con escaso atractivo en la juventud por lo poco comprometida en lo social. También era pobre y dependiente a causa de la supresión de los diezmos y la incautación de bienes. La jerarquía eclesial centraba sus preocupaciones en sus problemas intra eclesiales y dependía de las decisiones de Roma, tal vez como un modo de supervivencia y de cierta independencia del régimen gomecista. Este hecho dificultó la normal autonomía de la Iglesia local, que se interiorizó y todavía permanece en la Iglesia venezolana, la cual necesita de las directrices romanas para avalar las decisiones de competencia regional.

Juan Vicente Gómez mantuvo una postura ambigua con respecto a la iglesia, no la persiguió pero tampoco la apoyó, tal ambigüedad se manifestó en las constituciones de Venezuela, que mantuvieron las garantías de libertad de reunión y libertad religiosa hasta 1914, cuando Gómez va a afianzarse en el poder, se aprueba un Estatuto Constitucional en el cual se insertan las leyes de 1837 y de 1874, contra la vida religiosa. Con su férreo y primitivo control se terminaron las libertades públicas y asumió la ley del Patronato con la misma rigidez con que asumió todo el mando político y controló drásticamente todos los aspectos de posible injerencia del clero en los asuntos de su gobierno.

No obstante, el proceso restaurador de la Iglesia venezolana durante este período fue evidente. En pocas décadas apareció una institución, si no tan fuerte ni prestigiosa como otras en Latinoamérica, sí con capacidad y altura suficiente.  De una situación eclesial de postración, marginación y poca influencia en la sociedad, se pasó a una Iglesia que había logrado reimplantarse, recuperando un puesto y prestigio social considerable. Uno de los principales logros de la iglesia durante el período gomecista fue la Renovación de la vida religiosa, con el regreso de la mayor parte de las Ordenes y Congregaciones, gracias a la labor persistente de los obispos, clero y seglares ante los Jefes de Estado.

La Iglesia tomó fuerza e influencia social gracias a las Conferencias Episcopales, la prensa, la fundación de ocho congregaciones venezolanas, la Ley de Misiones, la entrada al país de numerosas congregaciones extranjeras tanto masculinas como femeninas, dedicadas fundamentalmente a la enseñanza, la caridad y a la creación de nuevas diócesis. Se destacan las figuras de los representantes pontificios (nuncios) y la del arzobispo de Caracas, Monseñor Juan Bautista Castro, que ejerció una influencia predominante.

Sin embargo, el largo período despótico de Juan Vicente Gómez repercutió en la Iglesia de manera negativa, la cual tuvo que reconocer su debilidad y sus desventajas, retirarse del campo político y renunciar a asumir una posición en contra de los desmanes, arbitrariedades y crueldades del régimen, para reducirse simplemente a la acción pastoral y ministerial, lo cual tal vez pudiera interpretarse como una postura cómoda, no comprometida con lo social, o tal vez de estratégica supervivencia propia, pues con Gómez no había muchas posibilidades. Aún así, a la caída o muerte del Dictador, la iglesia había logrado reinsertarse firmemente en la sociedad venezolana, utilizando la plataforma sobre todo de la educación. En estas circunstancias, la Iglesia supo sacar fuerzas de su flaqueza y solventar en cierta forma los puntos débiles de su estructura. La Iglesia subsistió durante el período gomecista porque cedió importantes cuotas de poder y asumió una actitud modesta y a juicio de otros “complaciente”. Sin embargo, en una actitud cristiana, no renunció nunca a la esperanza de posibilidad de reconstruirse. Podría entenderse que la Iglesia venezolana hizo lo que pudo, durante un gobierno como el del General Juan Vicente Gómez.

Uno de los logros de la Iglesia durante las tres décadas del período gomecista, fue que la increencia dejara de ser generalizada en los círculos cultos. Su injerencia en el sistema educativo nacional tal vez debiera ser objeto de estudio y observarse como una influencia subversiva soterrada, ya que  son los estudiantes quienes van a ser la principal oposición de Gómez, que de forma clandestina se organizan y fomentan protestas en su contra. La más recordada de estas manifestaciones es la llevada a cabo por el grupo conocido en la historia como la Generación del 28, de donde surgieron los líderes que organizaron las nuevas agrupaciones políticas que constituyeron el futuro e instrumentos de lucha política contra el gobierno de Gómez.

Asimismo, las diversas Congregaciones religiosas como salesianos, agustinos, maristas, jesuitas, lasallistas, etc. que entraron a Venezuela durante el gobierno de Gómez todavía persisten en el país en los mismos roles educativos que asumieron desde entonces. Las ordenes y congregaciones femeninas que entraron al país se encargaron y todavía se encargan de la mayoría de los hospitales, asilos y ancianatos, los cuales permanecen en manos de la Iglesia con subsidios del Estado.

Paradójicamente, aunque la Iglesia, por directrices de Roma, insistió mucho en la formación de los católicos y en el conocimiento de la doctrina, una gran mayoría de los miembros del clero estaban escasamente formados, asimismo, la catequesis llegó a muy pocos estratos de la sociedad y, a pesar de que siempre hubo vocaciones para la vida religiosa, el número no fue suficiente para cubrir las vacantes por lo que se recurrió a sacerdotes provenientes de otros países. Todavía en Venezuela, hubo y hay una gran escasez y deficiencia en los recursos humanos para la educación de la fe y pudiera decirse que, hoy, una gran parte de la población venezolana es católica más por costumbre o tradición que por formación y conciencia.
           
En conclusión diríamos que sería del todo injusto juzgar negativamente la actuación de la Iglesia durante el gomecismo. Ella obró según la experiencia y ésta le decía que pocos años atrás fue reducida casi a la nada por la acción de gobiernos adversos.  La estrategia que se trazó fue coherente con las líneas impartidas por el Magisterio de la Iglesia Universal. Los frutos fueron abundantes y provechosos, y la Iglesia recuperó en parte el prestigio e incidencia social que tenía anteriormente. Otros aspectos de renovación se quedaron en el intento, una cosa era planificar y otra llevarlo a la práctica. Los cuadros en las diferentes áreas y niveles eclesiales eran muy precarios y muchos deseos chocaron con la realidad deficiente de  personas y medios. La Iglesia en Venezuela continúa arrastrando carencias hasta el día de hoy y en algunos sectores apostólicos se ve todavía el reflejo de sus limitaciones.         

  
               


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